Los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos, pero algunos progenitores pueden esperar que sus niños alcancen algunas metas demasiado pronto.
Exigir mucho a los niños puede provocar que se sientan abrumados y que su desempeño sea inferior a su capacidad.
“Presionar a sus hijos para que superen desafíos para los que no están adecuadamente preparados podría generar una sensación de inseguridad en vez de estimular sus condiciones competitivas” dice el Dr. Tim Riley, psicólogo y autor de Primero el brócoli, después el helado: una guía para padres sobre disciplina deliberada.
A continuación una lista de acciones que, según el Dr. Riley, pueden generar estrés en los niños: Recomiendo leer el articulo (el cambio de los dientes de leche)
- Permitir que regularmente tengan acceso a información para adultos o que participen en conversaciones de personas mayores para las que no están preparados.
- Presionar a los niños para que adquieran habilidades antes de tiempo.
- Permitir el uso de celulares a estudiantes de primaria.
- Compartir con los hijos preocupaciones de adultos, como los problemas económicos, por ejemplo.
- Sobrecargarlos de actividades.
- Resolver los problemas de los niños y no aprovechar la oportunidad de enseñarles como ellos podrían solucionarlos.
- No ser constante ni coherente en el tema de la disciplina.
El Dr. Riley también proporciona los siguientes consejos para moderar las expectativas de los padres:
- Dejar que los niños lean cuentos y comenten las historias infantiles. Ver programas de televisión dirigidos a personas mayores o involucrarlos en asuntos de adultos les impide vivir plenamente la niñez.
- Permitir que los más pequeños disfruten de su tiempo para jugar y crear. Insistir en que su hijo aprenda a leer lo más pronto posible no ayudará a que, en el largo plazo, esté mejor preparado académicamente.
- No obligarlos a aprender a usar la computadora u otras herramientas tecnológicas. Ellos las utilizarán a su debido tiempo y a su propio ritmo.
- Excluirlos de los problemas de adultos.
- Generar que el hogar sea un espacio en el que se enseñe, aprenda y se disfrute. Evite que se transforme un lugar de paso, que únicamente sirve para cambiarse y salir a realizar la siguiente actividad.
- Procurar impartir lecciones. Muchas veces las consecuencias naturales de una acción, como no hacer la tarea, son la mejor fuente de enseñanza.
- Proporcionar a los niños ciertas responsabilidades ayuda a que aprendan a ser dueños de sus acciones.
- Ser coherente y constante en la disciplina. Si le llama la atención a su hijo porque no recogió sus juguetes un día pero al día siguiente pasa por alto esa misma circunstancia, no está enviando un mensaje claro. Entonces su hijo no se sentirá seguro.
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