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Fue una gran cantidad de trabajo, más de 150 consultas publicadas, y una enorme experiencia de aprendizaje que me llevé y que quiero compartir con vosotros, publicando algunas de las consultas más destacadas que tuve la oportunidad de contestar.
Esta semana: CUANDO SE PIERDE LA ESPERANZA. Un caso real que nos muestra qué se siente cuando aparece la sensación de desesperanza y qué podemos hacer para superarla y recuperar la ilusión por vivir.
CONSULTA
Estoy en mi último año de universidad (de una carrera que elegí pero no me gusta y que decidí terminar igual) y lo cierto es que no he podido cambiar mi estado de ánimo y el cómo me desenvuelvo: me enfurezco con facilidad y noto que no soy muy bueno en lo que estudio. He estado todo el tiempo con terapia psicológica, pero sigo sintiéndome solo, con miedo y con sensación de inferioridad siempre.Soy pasivo y necesito demasiado del afecto de otros. No comento mis cosas a mi madre porque ella se entristece demasiado. Siempre estoy pensando cosas negativas. He perdido mucho la esperanza. Me cuesta ser distinto. Quisiera dejar la vida pero no quiero causar ese dolor a mi familia.
RESPUESTA
Las ideaciones suicidas suelen aparecer en estados depresivos y cuando la persona se siente invadida por ese sentimiento de desesperanza que tú nos narras: la sensación de que haga lo que haga nada va a cambiar. Las alternativas sin embargo, están ahí. La muerte, es el fin de toda alternativa.
Puede que simplemente te está costando dar con ellas, o bien tomar una decisión para escoger alguna de las alternativas a tu alcance. Pareces, por ejemplo, bastante insatisfecho con el camino que has elegido: tu carrera. No digo que tengas que dejarla (ésa es una decisión que sólo te corresponde tomar a ti), pero sí que puedes, de manera complementaria, encontrar actividades que desarrollen tu flujo: aquel estado en el que nos sumergimos en una actividad que nos gusta porque se produce un encaje entre los requisitos de la actividad y las habilidades personales necesarias para llevarla a cabo. Cuando nos gusta lo que hacemos y se nos da bien, el tiempo se pasa volando y nuestra autoestima se refuerza. Cuando hacemos algo que no nos gusta y en lo que no somos muy buenos o no nos importa serlo, aparece la frustración, y con ella la ira hacia los demás y, sobre todo, hacia uno mismo, como en tu caso.
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