Revista Cultura y Ocio

Cuando se va la mano

Publicado el 02 octubre 2017 por Icastico

Dicen del gallego que si te lo encuentras en una escalera no sabrás si sube o si baja. Que responde a una pregunta con otra pregunta ¿Es usted gallego? ¿Por qué lo pregunta? (le llaman contestar ‘a la gallega’) No sé si es bueno o malo o qué importancia puede tener que suba o que baje. Lo de responder con otra pregunta es una manifestación de desconfianza por los palos recibidos, han dejado huella en el ADN.

Si el gallego es Mariano Rajoy, dudarás incluso si se trata de él, lo negará cuando interese o si el ambiente en la escalera le parece hostil. Negará, como Judas negó a Cristo. Como niega la corrupción y a Bárcenas en el siglo XXI. Puede que incluso envíe fuerzas del orden a despejar las escaleras para que nadie le moleste con preguntas. O poner un plasma u holograma en el descansillo aunque se encuentre presente. Dirá que hay que subir cuando hay que subir y que hay que bajar cuando hay que bajar, que una escalera es una escalera y un vaso es un vaso. Dirá que de lo otro, ya tal. Para hablar de unidad dirá que la escalera está formada de muchos peldaños y si falta alguno ya no es una escalera. Perogrulladas. Puede estar hablando horas sin decir nada. Repetir lo mismo como un loro. Maestro en el lenguaje de la política, tan vacuo. Desquicia. Gana por agotamiento, su único ‘mérito’ y su mejor arma, al mismo tiempo. Habrá quien quiera tirarse por el hueco de la escalera o por el agujero que deja el carcomido peldaño catalán antes que soportarlo. No tiene nada que envidiar a Trump, es tan zorro como el Chucky yanqui y no tiene tantos ojos encima para vigilar sus felonías como aquel. Ahora todos miramos para Cataluña, horrorizados, para gusto de la anguila. Siempre hay motivos que favorecen la cualidad escurridiza de Rajoy. La suerte le acompaña y él sabe entrenarla.

Del catalán dicen que ‘la pela es la pela’. En defensa de este credo son también agotadores. Por lo menos sacan algo en limpio. Aunque resulte poco solidario. Se escudan en lo que les robó España, sin hablar de su 3% y otras obscenas tajadas que dejan en un juego de niños muchos desfalcos nacionales. Solidaridad, un valor en decadencia. Ganen o pierdan, siempre ganan. Sus dirigentes han apoyado tantas veces al ahora opresor a costa del aumento de oprimidos, todo por la pasta, que mi desconfianza gallega no descabalga. Si ahora, en la nueva y vieja apuesta cíclica, toca poner otra vez el país patas arriba, pues se pone. Igualico que Mariano, al que se le fue la mano. Claro que como es gallego no sabemos si Rajoy lo pone patas arriba o patas abajo. Y tiene los huevos de decir que toda Europa está con él. Obviamente no ha visto los titulares de la prensa internacional. La letra no entra con sangre, con porras o pelotas de goma, lo que entra de esa manera son ganas de ser cada vez más separatista. Si uno piensa en la calaña que defiende la Unidad a hostias, dice tela. Si uno piensa en los tipejos que le hacen el juego a los otros y mandan carne de cañón a los pies de la caballería para fabricar mártires para SU causa, dice telita. No hay salida, estamos rodeados. La salida pasa por la coherencia, otro valor que desertó en nuestra clase política. Que dimitan Rajoy y Puigdemont, ambos tienen un CV temible con una larga experiencia huérfana de razón. No valen para una empresa en la que prime el diálogo y el consenso. No vale un pirómano que ama el fuego y odia a los bomberos. Y eso es justo lo que tenemos. Iros, indecentes!


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