
Los investigadores de la Escuela de Ingeniería y Tecnología de la Universidad McMaster en Canadá, estudiaron la huella de carbono de diferentes dispositivos: teléfonos móviles, ordenadores portátiles y de escritorio, tablets, etc. Además analizaron el impacto de los centros de datos, que son los lugares donde se procesa toda la información y donde depende el correcto funcionamiento del internet.
"Detrás de cada mensaje de texto que enviamos, de cada llamada telefónica, de cada video que descargamos, hay un centro de datos haciendo que todo esto sea posible. Las redes de comunicación consumen un montón de energía, se alimentan de electricidad que aún sigue generándose por la quema de combustibles fósiles. Es un consumo energético invisible para nosotros", explica Lotfi Belkhir, autor principal del trabajo.
Los teléfonos móviles, los más contaminantes
El resultado fue sorprendente, pues encontraron que las emisiones de carbono que proceden tanto del uso como de la producción de las tecnologías de la información son bastante mayores de lo que se creía. "Si la tendencia continúa en el año 2040 estas tecnologías serán las responsables del 14% de la huella ecológica, lo que supone casi la mitad del impacto del transporte a nivel global", advierte Belkhir.

Otro problema radica en la obsolescencia de estos productos: su corta vida obliga al usuario a cambiar de móvil cada dos años como mucho, por lo que se generan cada vez más residuos y las compañías fabrican cada vez más teléfonos. Como resultado, “en torno al año 2020 el consumo energético de los smartphone será mucho mayor que el de los ordenadores”, recalca el investigador.
Soluciones sostenibles¿Dejar de usar la tecnología? Se trata de una alternativa poco realista. Aunque nada es absolutamente necesario e imprescindible, por supuesto, prescindir de internet o del teléfono móvil es bastante complicado en nuestro actual entorno laboral y personal. Pero se pueden buscar formas de minimizar el impacto de las telecomunicaciones.
“Los centros de datos podrían empezar a funcionar con energías renovables”, sugiere Belkhir. “La buena noticia es que grandes compañías como Facebook o Google ya han anunciado que realizarán esta transición en sus centros de datos. Pero es necesario que exista una legislación que obligue a todos a hacerlo”.

Otra opción es buscar dispositivos que se fabriquen con criterios medioambientales. En el mundo de la telefonía móvil, la opción disponible es el Fairphone. Sus desarrolladores intentan controlar todos los pasos en la producción, desde la extracción de las materias primas en las minas hasta el ensamblaje de sus piezas. Además, se trata de un teléfono modular con piezas recambiables: por ejemplo, cuando la batería se deteriora, no es necesario cambiar de teléfono móvil sino, simplemente, sustituirla.De esta forma se alarga la vida útil del dispositivo y se disminuye su huella ecológica. Un paso más que necesario si queremos caminar hacia un futuro sostenible.