¿Cuánto dura un elefante balanceándose sobre la tela de una araña? En España mucho más que en Francia. El país vecino de los que vivimos in Spain está tomando la iniciativa en Europa (y en el mundo) en la crítica sobre la inutilidad y lo que es todavía peor, los peligros de buena parte de los medicamentos.
Fue, creo recordar, en el año 2001, cuando comencé a interesarme por eso que denominamos Reacciones Adversas a los Medicamentos (RAM). Los daños que pueden provocar muchos medicamentos ordinarios, esos que en España tragamos como niños con bolsa de golosinas (dicen que somos el segundo país del mundo que más fármacos consume).
Fue al conocer a personas que habían sufrido graves secuelas medicamentosas. Lo primero que me vino a la cabeza es que casi nadie en mi profesión trabajaba ese ámbito. Casi no se publicaba. Una simple búsqueda en internet ofrecía un paisaje informativo desolador. El interés ha crecido y gozamos de personas del ámbito de la farmacología que advierten sobre ello, como el catedrático Joan-Ramon Laporte, al que ya por entonces conocí. También nació la Plataforma No Gracias de profesionales sanitarios por la transparencia en sus relaciones con las industrias.
Pero, mientras que aquí las autoridades sanitarias continúan, salvo algunas excepciones, mirando para otro lado para no molestar a la industria farmacéutica, en Francia los líderes de opinión son escuchados, que es lo que se hace en un país democrático. Un ejemplo de ello es la reciente retirada del mercado del anticonceptivo y antiacné Diane 35, de Bayer.
El número de muertes anuales como consecuencia de las reacciones adversas de ciertos medicamentos ascendería a las 18.000 sólo en Francia, según apunta el farmacólogo Philippe Even, profesor emérito en la Universidad París Descartes y antiguo miembro de la comisión científica del Ministerio de Sanidad galo.
In Spain NO tenemos esos datos (todo lo más sabemos el número de notificaciones de reacciones adversas. Año 2011: 14.886). Ojo que el dato francés expresa sólo muertes, hay un número indeterminado de personas que quedan gravemente dañadas aunque no estén muertas (por ejemplo las afectadas por el Agreal o los supervivientes a Vioxx o a la vacuna del papiloma o el último escándalo juzgado en Francia, las prótesis mamarias PIP tóxicas.
Even asegura que
“un tercio de los medicamentos comercializados son completamente ineficaces, no tienen ningún efecto terapéutico. Otro tercio puede causar problemas secundarios al no ser bien tolerados por el paciente o se utilizan mal al prescribirlos a personas que no los necesitan. Finalmente, queda otro 33% que es la cantidad de fármacos realmente útiles para curar una enfermedad o algún problema de salud”.
Sólo quien ha pasado por el problema de las reacciones adversas graves sabe de lo que escribo. Por desgracia, en los últimos años he conocido muchas personas así. Ayer mismo contactó conmigo una vieja conocida, persona que representa a una asociación de mujeres afectadas por una droga legal que se vendió en España durante años y que ha destrozado la vida de muchas consumidoras.
Ellas dan la cara y quieren llevar su lucha hasta el final.
Otros, lo entiendo, se quedan en el camino, su sufrimiento es tal que prefieren olvidar. En parte, fue por todo esto por lo que decidí que sólo con el periodismo no valía para denunciar estos atropellos de la salud pública y por ello creamos el Bufete Almodóvar & Jara (que tiene en su marca Bufete RAM una sección especializada en daños por medicamentos).
En los próximos meses desarrollaremos acciones tendentes a buscar soluciones, por ejemplo, para las personas dañadas por vacunas y para tratar que en la medida de lo posible esto no se repita. Denunciar sí y actuar en positivo también. Un elefante no puede bailar siempre sobre la tela de araña.