La prensa de hoy anuncia que España ronda los 4 millones de parados. Se trata de una cifra redonda, que unos se empeñan en no traspasar y otros en dar por alcanzada; una cifra casi mágica, y de ahí el interés que suscita. Y es que son muchas personas 4 millones de personas sin ingresos regulares de esos que los economistas finos llaman "rentas del trabajo", para diferenciarlas de las llamadas "rentas del capital", es decir de las plusvalías generadas durante el proceso de producción y expropiadas por los empresarios.
Esa cifra de parados la hace más sombría si cabe una derivación inmediata: casi 800.000 personas perdieron su empleo en este país en 2009. Es decir el famoso Año de la Crisis ha devenido en hecatombe para multitud de familias. Personas que, por ejemplo, por primera vez en mucho tiempo han tenido problemas para afrontar los gastos de Navidad según los patrones y las exigencias del consumo occidental. Muchas cartas a los Reyes Magos van a quedar hoy sin respuesta o con respuestas muy lejanas respecto a las peticiones formuladas por niños que, en su candidez o interés, viven ajenos al drama familiar en el que se hallan inmersos.
Y es que el paro ya no es sólo el azote clásico y recurrente de las clases trabajadoras -esas que según los políticos, los medios y las estadísticas desaparecieron en España allá por los años 80, para ser substituidas por alegres y gastadoras clases medias-, sino que se ha convertido en los últimos años en el principal medio de enriquecimiento de la "clase empresarial" extraordinariamente rapaz y cruel que padecemos en este país. Hoy en España despedir trabajadores es un método cotidiano y aceptado de mejorar cuentas de resultados, maquillar toda clase de balances contables, y simplemente, de continuar engordando con dinero sucio las cuentas abiertas en paraísos fiscales donde tanto canalla "emprendedor" esconde el fruto de su falta de escrúpulos.
Lo curioso es que esa misma derecha salvaje que provoca y jalea los despidos masivos y tiene el cinismo de pedir el despido libre como remedio contra el paro que ellos mismos crean, exija responsabilidades por la catástrofe a un Gobierno que tiene a gala -como todos los occidentales-, el no intervenir en la marcha de la economía del país. Si la economía es algo que todos sabemos que se halla por completo en manos de empresarios, directivos y especuladores debido a la dejación que en ellas ha hecho la política, ¿qué responsabilidad se le pueden pedir a un Ejecutivo que no sea la de haber abdicado de sus funciones en beneficio del "libre mercado", es decir, de la manipulación y la explotación de sus administrados por cuenta de quienes se lucran hasta el delirio con esta situación?.
Vivimos en un país en el que, según la "opinión publicada", cuando la economía va bien es gracias a la acción de los empresarios y cuando va mal la culpa es del Gobierno, siempre que éste no sea lacayo suyo. Nuestros timoratos social-liberales gobernantes están pagando la factura de sus miedos y renuncias. Y más caras que las pagarán electoralmente hablando, según señalan las encuestas y, sobre todo, el ambiente de la calle. ¿Cómo pueden esperar que los excluidos del sistema tengan el humor de acercarse luego a las urnas?.
La abstención devora a la izquierda, y la principal explicación radica en sus no-políticas económicas.
Y en fin, si los ladrones tienen carta blanca para medrar en la vida económico-política del país, desde Gürtel al cierre masivo de empresas ¿por qué no habrían también de tenerla para gobernarnos, si quienes deberían meterlos en la cárcel renuncian a hacerlo?.