Editorial Seix Barral. 268
páginas. 1ª edición de 1982.
Durante el verano pasado leí tres
libros seguidos de José Donoso
(Santiago de Chile, 1924-1996); y ya comenté al hacer el balance de fin de año
que fue uno de los grandes momentos lectores de 2013. Este verano pensé en
repetir la experiencia. Para ello volvía a contar con tres libros más de Donoso
en mis cada vez más abultadas montañas de libros inleídos. Durante las últimas
navidades, en uno de esos arrebatos que me entran cuando me percato de que he
acumulado demasiados libros sin leer, comprados en librerías de segunda mano
por poco dinero, acudí a La tarde libros
de Malasaña. Allí me deshice de unos doce libro que no pensaba que fuese una
buena idea leer y me llevé tres que tal vez sí deseara leer en el futuro, entre
ellos había dos libros de José Donoso: Cuatro para Delfina y La
desesperanza.
Estoy casi seguro de que el libro
que he leído de Cuatro para Delfina
es la primera edición de 1982. No puedo comprobarlo porque, precisamente, en la
página inicial donde se fecha la edición hay un trozo de papel recortado.
Imagino que el antiguo dueño del libro no quería que nadie leyera la
dedicatoria de quien le regaló un libro del que acabó por deshacerse (espero,
realmente, que en ese trozo de papel recortado no hubiera una dedicatoria del
propio Donoso, sufro sólo de pensarlo).
Cuatro para Delfina está formado por cuatro novelas cortas o
relatos largos. Recuerdo haber hojeado en la librería Juan Rulfo de Moncloa un volumen de Alfaguara titulado Nueve
novelas breves de José Donoso. Ese volumen incluía Cuatro para Delfina, que está dedicado a Delfina Guzmán, quien
–según leo en internet- era una amiga del autor.
Sueños de mala muerte
abre el volumen y con sus más de ochenta páginas es la novela más larga que nos
vamos a encontrar aquí. Casi todos los personajes de Sueños de mala muerte tienen en común el hecho de vivir en la misma
pensión, regentada por la señora Panchita. Podríamos ver en esta novela una
crítica a la clase media bajo la dictadura de Augusto Pinochet (al que no se
nombra nunca en Cuatro para Delfina).
Después del sueño socialista de Salvador Allende, la Olga Riquelme (uno de los
personajes principales de esta novela) sueña con dejar algún día su vida de
pensión y ser propietaria de una casa. Mantiene una relación secreta con
Osvaldo, que junto a su padre también es habitante de la pensión. Cuando
comienza la historia, Osvaldo va a perder su modesto modo de ganarse la vida;
intentar estar a la altura del sueño de propietaria de Olga va a motivar su
andadura en el mundo. Al comenzar a trabajar en un cementerio se va a
obsesionar con la idea que uno de los mausoleos más elegantes pertenece de
algún modo a su familia. Lo que convertirá la idea de una casa en propiedad en
la que vivir con Olga en un deseo más morboso. Además de una crítica de
costumbres, Sueños de mala muerte
tiene más de un elemento grotesco -detalles que en gran parte definen la obra
de Donoso-, y la forma de conjugar el movimiento de todos los personajes es más
que notable.
En Los habitantes de una ruina
inconclusa Donoso hace ahora una crítica de costumbres de la clase alta
condenada a la decadencia. El matrimonio maduro formado por Francisco y Blanca
ven como una amenaza el edificio que se está construyendo en su apacible barrio
de casas bajas con jardín. Desde las ventanas del edificio los futuros
inquilinos van a poder asomarse a la intimidad de la pareja. Como en la novela El
jardín de al lado, el jardín aquí vuelve a representar el pasado
apacible y casi secreto del burgués, con el que el aire de los nuevos tiempos
quiere acabar. Como trasfondo de Cuatro
para Delfina se encuentra la crisis económica de 1982; lo que hace que en
Santiago de Chile aumente el número de mendigos que deambulan por las calles, a
los que Francisco y Blanca sienten como una amenaza. Las circunstancias hacen
que tengan que relacionarse con uno que no habla en ningún idioma conocido
(posiblemente una metáfora de la incomunicación entre clases sociales); la
pareja se irá sintiendo cada vez más fascinada por este mendigo misterioso. La
trama acaba siendo de corte expresionista, y roza lo fantástico. Hay un recurso
estilístico que, igual que ocurría con la metáfora del jardín que nos remite a
la novela El jardín de al lado, en
esta ocasión nos acerca al expresionismo constructivo de Casa de campo: a veces
los personajes se expresan de un modo impropio de su edad, condición o
formación, de una forma filosófica y recargada, irreal. “¿No es válido,
entonces, mi sentimiento de pequeñez frente a un mundo gobernado por emociones
y sentimientos a los que yo jamás he tenido ni tendré acceso, y mi temor, que
revivo a través de lo que tú fuiste, repetido en este andariego tan violento…,
no es válido, entonces, sentir que no entiendo a veces, y que a veces no estoy
segura de nada?”, le dice Blanca a su hijo en la página 107.
El tiempo perdido está
narrado, a diferencia de las novelas cortas anteriores, en primera persona, y es posible que sea la novela
contenida en este libro en la que Donoso más hable de sí mismo. Un joven
estudiante de literatura juega, junto a sus amigos de Santiago, a ser un
personaje de Marcel Proust; mientras desprecia a la realidad que le ha tocado
vivir y añora el mundo de París, donde, según él, ha de transcurrir el mundo
verdadero. El narrador se va a convertir en la envidia de su grupo de amigos
cuando reciba una beca para poder viajar en París y terminar allí sus estudios.
El tono de esta novela es nostálgico, y está contado desde la madurez: el
narrador fue a París y, ni por asomo, pudo encontrarse con el mundo de Proust,
mientras trataba de sobrevivir, y se da cuenta de que el mundo de Proust tenía
sentido cuando podría recrearlo allá en Santiago con otras personas que también
creían en él. Quizás al no haber leído yo En busca del tiempo perdido entero
(he leído los dos primeros volúmenes), al principio me perdí un poco en el
mundo de referencias literarias de las primeras páginas, pero según avanzaba con
esta novela cada vez me iba gustando más, hasta llegar a sus emocionantes
últimas páginas. Una novela sobre el desencanto de la juventud que, en algún
aspecto, me recordó a las páginas que sobre el mismo tema ha escrito Alfredo Bryce Echenique, aunque posiblemente
Donoso muestre aquí más tendencia a la nostalgia triste que al el humor amable
de Bryce.
En «Jolie Madame», Donoso
vuelve a escribir una crítica de la clase alta chilena; en este caso centrada
en tres mujeres ociosas de la burguesía que veranean en un balneario mientras
sus maridos resuelven sus negocios en Santiago. Crítica de costumbres, que
enfrenta a la burguesía de la doble moral con el aire más libre de los nuevos
tiempos, y donde de nuevo aparece la figura del mendigo como elemento
perturbador, grotesco. «Jolie Madame» es una novela prolija
en diálogos que sirven para mostrar la maldad o la estupidez de sus personajes.
Creo que esta última ha sido la
que menos me ha gustado de las cuatro novelas que constituyen este libro.
Cuatro para Delfina me ha gustado por la versatilidad de los
enfoques que consigue dar Donoso a cada una de las historias que escribe. Son
cuatro novelas de muy diferentes tonos, y aún así se aprecia en ellas un
universo Donoso muy concreto: la crítica de costumbres, la formación del “yo”,
analizado a través de la idea de pertenencia a una clase social, el avance de
lo moderno, la decadencia de la alta clase social, y de lo grotesco (que pueden
llegar a confundirse).
Repetiré lo mismo que ya dije el
año pasado: tengo la impresión de que José Donoso se está convirtiendo en uno
de los autores más olvidados y menos leídos del boom (es difícil encontrar la
mayoría de sus libros en las librerías de primera mano), lo que es una lástima,
porque yo considero que es realmente un escritor de primera línea.
Ya estoy leyendo El
obscuro pájaro de noche. Ya estoy disfrutando de su gran ambición
creativa. El próximo domingo les hablaré de él.