Arnaldo Rodríguez
El número de participantes fue impresionante, publico de todas las latitudes de La Habana y algunos venidos desde las provincias aledañas. Concierto de personas de todas las edades concurrieron a los centros culturales, plazas, parques y calles que sirvieron de escenario a un acontecimiento cultural insólito. El Festival de las Artes Cuba Soy, proyecto despojado de toda extravagancia, organizado bajo el eje entusiasta del joven músico Arnaldo Rodríguez.
El programa fue concebido con un criterio de pasión, pretendiendo integrar a todas las artes y procurando aportar a esa necesidad de rescatar códigos de nuestra identidad cultural. Desde inicios de año, Arnaldo se movía de lugar en lugar, de empresa en empresa congregando cómplices de un proyecto que parecía utópico. Se creía imposible realizar en medio de transformaciones del esquema socio económico y de reajustes presupuestarios. Sin embargo, Arnaldo insistía con esa humilde vocación de creador hasta que compuso la nota final que dio cuerpo a una de sus mejores creaciones, el Festival de las Artes Cuba Soy.
A decir de varios jóvenes que disfrutaron del mega concierto del domingo en una de las plazas del municipio Playa -’‘es como si fuera un terremoto“- El festival fue consagrado por el contenido y el impacto en el público. Espontáneo, por la participación de músicos de todas las generaciones que se incorporaban a los debates teóricos sobre la trascendencia de la timba en la música cubana. Campechano, por la posibilidad de recrear, con justicia cultural, en un espacio abierto para el repentísimo, el guateque y la música campesina. Familiar, por la posibilidad que abrió al encuentro entre músicos, directores de radio y televisión, quienes se pronunciaron sobre todo cuanto aun se puede hacer para divulgar y promover la música con un espíritu apegado a la cubanida.
Todos los actos culturales sucedieron durante los primeros cinco días de junio. Tiempo suficiente para impactar con replicas en el ISA, en el teatro de los grandes acontecimientos culturales, Karl Marx, en plazas populares y en los centros culturales El Sauce, El Salón Rozado de la Tropical y La Casa de la Música de Miramar. Quedando demostrado el quijotismo de los músicos, de los creadores, los críticos, los musicólogos, los promotores y hasta de los estudiantes de artes. Todos, sin vacilaciones, se incorporaban espontáneamente a las sesiones del programa con una sola intención, levantar el alma.
“Estamos frente a un cataclismo cultural de proporciones históricas”, dijo Edmundo Pérez, meteorólogo devenido ahora en un trabajador por cuenta propia que, en el Salón Rozado de La Tropical, disfrutaba el sábado en la noche de la extraordinaria presentación de la Orquesta VAN VAN y el virtuoso trompetista Alexander Abreu con su Orquesta Habana de Primera.
En opinión de otros participantes, el concierto ofrecido por Arnaldo con su Banda El Talismán “sacudió” el teatro Karl Marx el sábado en la noche, dejando un ambiente de esperanza que fue coreado, canción a canción, por el público casi todo el tiempo de pie en el interior de la gran sala.
No hay precedente de un festival de esta naturaleza, en que el gobierno local, las instituciones culturales y empresas que promueven una cultura de protección al medio ambiente, acogen la iniciativa de un artista para producir un festival de manera ordenada, con sus contenidos bien definidos, con racionalidad en la utilización de equipos y recursos y bajo el control económico que se impone en estos tiempos.
En cualquiera de los casos, el Festival de las Artes CUBA SOY, impone a las empresas culturales una experiencia de probada utilidad mediante la cual se puede generalizar la manera más popular, impactante y cultural de organizar actividades para contribuir a la educación cultural, la recreación y el divertimento.
El único inconveniente fue el factor tiempo que dejaba a los públicos con ganas de seguir disfrutando. Lo que demuestra la aceptación de un proyecto local – popular que puede tener un alcance de convocatoria internacional, si sus organizadores lo divulgan un poco más allá. En esta primera ocasión hay que agradecer a ese campechano hijo ilustre de Ceballos que, instalado en La Habana, está promoviendo un proyecto cultural comunitario, bien llamado La Lucecita. Gracias Arnaldo por haber descifrado la clave, CUBA SOY.