Un jurado compuesto por Agustín Almodóvar, Mar Coll, Judith Colell y Alberto Tognazzi fue el responsable de otorgarle el Premio a la Mejor Película del Atlántida el año pasado al "Cuchillo de palo" de Renate Costa, y lo hizo por su "singular narrativa, su capacidad por transformar un material autobiogríafico en un documento universal rodado con valentía, coraje y sabiduría". Este premio permitía a la película estrenarse en salas de cine, ser editada en dvd gracias al sello Cameo y verse en televisión a través del canal Cinematk. Pues bien, el primer paso lo da hoy estrenándose en nuestras salas. Damos la bienvenida a "Cuchillo de Palo".
Su título, "Cuchillo de Palo", bien podría ser "108", porque 108 fueron las personas perseguidas, arrestadas, torturadas, humilladas y maltratadas a lo largo de la dictadura de Alfredo Stroessner en Paraguay durante la represión ocurrida en septiembre de 1959. Su único delito, ser homosexual, y es que como dice el refrán, “en casa del herrero, cuchillo de palo”.
Este fue el desgraciado caso de Rodolfo Costa, el único de los hermanos del papá de la directora que no fue herrero. Su tío quiso ser bailarín en plena dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989). La directora Renate Costa empezó la película tratando de entender cómo Rodolfo pudo "morir de tristeza" y terminó haciendo una película sobre la dictadura de Stroessner, sobre la tolerancia, sobre la acecptación, sobre las relaciones familiares, sobre su padre y en definitiva sobre su propia historia.
Producida a medio camino entre España y Paraguay, la multipremiada película escrita y dirigida por Renate Costa accedió a la Sección Panorama de la 60ª edición del Festival de Berlín siendo uno de los 13 títulos –el único de habla hispana- de la subsección “Panorama Dokumente.” En su palmarés cuenta con prestigiosos galardones como ser el Mejor Documental en reputados festivales como Málaga, La Habana o definitivamente, el Atlántida.
“Cuando pregunté de qué murió me dijeron: “de tristeza”. Aquella respuesta contradecía todos mis recuerdos sobre su vida”. Años 80. Latinoamérica todavía es gobernada por buitres con uniforme. Alfredo Stroessner era uno de ellos, volaba en círculos alrededor de sus víctimas con la ligereza de quien está avalado por el silencio norteamericano. La victima: Paraguay. Stroessner gobernó el país con esa falta de respeto a la vida propia de cualquier dictador que sustenta su discurso en eso del “enemigo interno” o eso otro de “los salvadores de la nación”, y el enemigo del que había que salvar a su nación no era otro que quien pensaba diferente. Comunistas, intelectuales y homosexuales. El cabaret militar duró nada menos que treinta y cinco años, de 1954 hasta 1989, pero su sombra se alarga hasta la actualidad, fermentando su idiosincrasia no sólo en los sectores más rancios y poderosos de la población, algunos miembros de aquella junta militar son hoy altos cargos políticos, sino también en el inconsciente colectivo de casi todos los paraguayos, a quienes aún les da reparo verbalizar ciertas cuestiones.
Y es esta parálisis anacrónica la que Renate Costa dibuja y denuncia en su película “Cuchillo de palo”. ¿Cómo? Ella misma se coloca en el centro de la narración, haciendo de un suceso familiar la mínima expresión de lo que fue una sociedad atada de pies y manos, y por consiguiente, parte de la historia no sólo de un país sino de casi todo un continente.
Renate tuvo dos tíos, uno de ellos junto con su padre siguieron trabajando en la herrería del abuelo, el tercero opto por ser bailarín. Evidentemente, a los buitres no les gustan los bailarines. La muerte de este tío en extrañas circunstancias desata una incansable búsqueda de Renate a través de conversaciones con viejos amigos del difunto, vecinos y familiares. Poco a poco nos vamos adentrando en la oscura subsistencia de un homosexual en el sórdido Paraguay de Stroessner pero, paralelamente, y cada vez con más fuerza, en el Paraguay post-dictatorial. Lo que comienza siendo la construcción de un personaje ausente termina por definir a los personajes presentes, principalmente el padre de Renate. Desde mi punto de vista, este es el verdadero protagonista de la historia, es el silencio del padre, su neutralidad narrativa y su auto justificación eclesiástica. El padre es el símbolo del Paraguay malherido, el que viste a los muertos con ropas de colores, quien rechaza ahondar en la herida negando la sangre o evitando las preguntas por miedo a que alguien le responda.
Una secuencia de la película es esclarecedora; en uno de los encuentros con el padre, y después de tantos otros donde el tío homosexual fue el núcleo de las conversaciones, la hija le pregunta si él sabe porque está tan interesada en este tema y se pasea cámara en mano por todo el barrio, a lo que el padre, con todo el peso del autoengaño en los parpados, le responde que no, que no tiene ni idea y que tampoco se le ocurrió averiguarlo. Él, antes que interrogarse a sí mismo, lo hace con Dios, porque Dios siempre tuvo una respuesta para todo, incluso para las más crueles dictaduras y los más dolorosos silencios que más que silencio, son olvido. Y en Latinoamérica, como también en el resto del mundo pero en este caso aquí, hay que tener mucho cuidado con eso del olvido, ya que de él se puede destilar un sucio perdón.
Así es "Cuchillo de Palo" según su joven directora, Renate Costa:
"Era Invierno. Mi papá nos llamó urgente. Habían encontrado el cuerpo desnudo de mi tío en el suelo. Había gente agolpada frente a su esquina. La policía separaba a los curiosos. Mis parientes estaban ahí. Me pidieron que entrase y eligiese la ropa con la que se le iba a velar. Me acerqué a su ropero: estaba vacío.
Cuando pregunté de qué murió me dijeron: “de tristeza”. Aquella respuesta contradecía todos mis recuerdos sobre su vida.
Rodolfo fue el único hermano de mi padre que no quiso ser herrero como mi abuelo. En el Paraguay de los ochenta, bajo la dictadura de Stroessner, quería ser bailarín.
Esta es la búsqueda de las huellas de su vida y el descubrimiento de que fue incluido en una de las “listas de homosexuales o 108”, arrestado y torturado por ello.
Todavía hoy en Paraguay cuando te dicen “108” te están diciendo “puto, maricón” y es una ofensa grave. Durante más de una generación, el tiempo que duró la dictadura de Stroessner, los hombres que despertaban sospecha de ser homosexuales o contrarios al régimen eran el blanco preferido de los “pyraguë” (vecinos colaboradores con el régimen).
La historia de Rodolfo desvela una parte de la Historia escondida y silenciada de mi país.
Una película donde se enfrentan dos generaciones, la que ha vivido la dictadura y calla y la que viviendo en democracia no tiene nada que decir porque desconoce el origen del significado de “108”.
El silencio sigue instaurado. En la familia y en el país las mismas fotos han sido escondidas. Como si nadie se atreviese a cuestionar, la misma forma de agachar la cabeza, de no mirar a los ojos, los mismos prejuicios comunes, los secretos bajo la mesa. No hay ninguna película acerca de este periodo. Callar para olvidar. Ocultar para borrar.
Una búsqueda personal hecha de pocas certidumbres y de muchas preguntas, a menudo sin respuesta. Preguntas que nos permiten entender la relación que construimos con el pasado y cómo esta relación define nuestro presente.
Una película que, en definitiva, habla de cada uno de nosotros."
Os dejamos con un clip, una entrevista a la directora y su poster.