Revista Cultura y Ocio
“CUERVOS”, de JOHN CONNOLLY La serie de novelas protagonizadas por el detective Charlie Parker, publicadas con la solvencia habitual por Tusquets, van formando ya una más que notable obra que confirma en cada entrega las expectativas que muchos percibimos en las dos primeras: obras de género, policíaco, negro o como quiera llamárseles, de una violencia expresa y contenida enorme, una trama arrolladora y una suma de referencias literarias, culturales y cinematográficas que hacen que esperemos con avidez las novelas de Connolly( no confundir con Connelly, solvente autor americano, del mismo género, pero en mi opinión lejos de este). La mencionada y evidente adscripción genérica rebasa esos límites para introducir motivos de la novela psicológica- hay en algunas de ellas incluso “peligrosas” incursiones en lo esotérico, lo sobrenatural, que hacen temer por una desviación de la línea original que afortunadamente no se ha producido-, de la crítica social y hasta del análisis económico e histórico de diferentes comunidades y estados norteamericanos. Los lectores de Connolly esperamos así cada entrega de la serie con expectación, con la seguridad de encontrarnos ante una historia intensa y turbadora, y reencontrarnos con personajes consistentes, no sólo el protagonista, del que vamos conociendo su ácido humor, su visión del mundo desengañada y cínica, sus frustradas relaciones de pareja y la sombra que le persigue, la muerte de su hija pequeña, sino también los personajes de Angel y Louis, dos gays de pasado más que oscuro que aparecen para ayudar a su amigo en el momento en el que las cosas se complican. “Cuervos” no defrauda, si acaso puede oponerse el reparo de que es más de lo mismo en una serie de obras que alcanza ya la docena: en este caso, Parker se encuentra con el secuestro de una niña, algo que no sabe si podrán enfrentar por el dolor que le produce: la policía de Maine decide que la desaparición de un menor se considera homicidio cuando han pasado tres horas desde que se denuncia, evidentemente basándose en la experiencia en ese tipo de casos, y así procede en el pequeño pueblo de Pastor´s Bay, donde una madre alerta de la ausencia de la pequeña Anna. El detective es requerido por una abogada, no exactamente para investigar el caso, sino para ayudar a Randall Haight, un hombre que cometió o colaboró en un delito similar cuando era un adolescente y al que se le procuró una nueva identidad tras cumplir su condena. Haight ha comenzado a recibir anónimos que le recuerdan su verdadera identidad, por chantaje o venganza. La investigación de Parker, paralela a la de la policía, irá dando lugar a sorprendentes revelaciones sobre los diferentes vecinos del pueblo que van interviniendo en la trama y la entrada en escena del FBI confirma que el criminal que se encuentra actuando en ese sórdido pueblo de la costa este tiene un potencial mayor de lo que parecía en un primer momento. La llegada de Ángel y Louise, la forma en que Connolly conduce la acción superponiendo diferentes líneas de investigación y espacios, mientras su afilado humor va describiendo el contraste entre los momentos más dramáticos y aquellos que bordean el terreno del reportaje periodístico, la crónica de una pequeña comunidad y unos personajes atormentados por un pasado el que no pueden librarse o se ven condenados a repetir, van logrando una novela que quizás no alcance el nivel de “Todo lo que muere”, “El poder de las tinieblas” o “El camino blanco”, pero magnífica como todas las de este autor y este personaje, y en la que es menos importante-como en todas las grandes obras de la novela negra- la resolución del misterio, del crimen que hace arrancar la acción, sino el proceso que conduce a ese final. Si no conocen a Connolly es una buena oportunidad para acercarse a él y si lo conocen, sabrán de qué les hablo. TOMÁS RUIBAL TOMÁS RUIBAL [email protected]