Hacer las cosas bien, o que la fortuna nos sonría, no son condiciones ni necesarias ni suficientes para sentirnos bien. Sentirse bien es una elección que adoptamos. Si bien no podemos, ¡ni debemos!, reprimir emociones que no meteríamos a priori en el "saco de las emociones positivas", sí controlamos quedarnos con esas emociones, arrastrarlas, permitir que dirijan nuestra conducta y que nos limiten, paralicen o bloqueen.
No elegimos sentir, sentimos sin más.Pero sí elegimos soltar o quedarnos con la emoción.
La llave que cierra o abre la puerta a la emoción es nuestro propio diálogo interno.
Nos hablamos a nosotros mismos. Muchas veces a lo largo del día. De hecho, es posible que seamos la persona que más nos habla. Y nuestro diálogo interno, al igual que el externo, está muy influenciado por variables ambientales y culturales. Es decir, por nuestros aprendizajes:
- "Si no te portas correctamente se reirán de ti".
- "No lo sabes hacer, ¿es que eres tonto?"
- ¡Dame torpe, yo lo haré por ti!"
- "Si lloras es porque eres una nenazas".
- "¿No tienes novio?, eso es que eres muy fea.
- "¡No tienes amigos porque eres un nerd!
No lo hacemos por gusto, no somos masoquistas. Todos estos mensajes negativos tienen un fin: culparnos y castigarnos. Porque si me culpo y castigo mucho cuando no haga las cosas bien, eso me incentivará para hacerlas mejor, y entonces, sólo entonces, podré ser feliz. MENTIRA:
- No hay sentimiento más inmovilizador que la culpa. La culpa coarta el cambio. La culpa es la excusa perfecta para decir "es que soy así".
- El castigo no produce conductas nuevas. Las puede erradicar, pero no sustituir por otras más eficaces.
- Y sobre todo: ¿por qué esperar a ser feliz sólo cuando las cosas te salgan bien? Y si cambiases el planteamiento. Y si por un momento...
No necesito que todo sea bien para sentirme bien.Necesito sentirme bien para que todo sea bien.
Porque así, incluso aunque todo no sea bien, que seguramente no todo lo será... estarás bien.
Entonces: cuando hayas fallado, cuando no conseguiste lo que querías, cuando decepcionaste a alguien o cuando todo el Universo pareció ponerse de acuerdo para conspirar contra ti, por qué no pruebas a:
- Quitarle hierro al asunto.
- Reírte de ti mismo de una manera sana, sin maldad.
- Recordarte que no eres perfecto... ni existe nadie que lo sea.
- Poner el foco de atención sobre tus cualidades positivas.
- Ser tan amable contigo como lo eres con la gente a la que respetas y quieres.
- Quererte. Demostrártelo con palabras de aprecio, con autoamor.