No todos los días se cumplen 40 añazos, así que ya que ayer me tocó a mí cumplirlos, tenía que asegurarme de que la experiencia gastronómica no defraudara.
Por estas tierras, creo sin duda que el mejor restaurante para ir a dejarse sorprender con aromas, texturas y sabores es La Finca. Premiado con una estrella Michelín, está situado en las afueras de Elche, ocupando una preciosa casa de labor de más cien años, restaurada con gusto y elegancia, en el campo de Elche, rodeada de naranjos, limoneros, almendros y, claro, palmeras. Susi Díaz y su equipo ofrecen una comida de base mediterránea, pero claramente innovadora y sorprendente, buscando que en la degustación se vean implicados los cinco sentidos. Irene, hija de los propietarios y sumiller de la casa, se encarga de mantener al día una muy buena carta de vinos, extensa y variada.
Ayer, como siempre, la visita a este fantástico enclave gastronómico no defraudó, aunque podemos poner la única pega de que, dada la gran afluencia de comensales y a que les faltó una persona, la calidad del servicio se resintió un poco y no estuvo al alto nivel que suele tener. Optamos por el Menú Clásico, basado en el producto y la materia prima. Tras una ojeada a la carta de vinos, decidimos intentar la idea que llevaba yo en mente, que era ir maridando el menú con varios vinos. Por mi cabeza rondaban cavas, Rieslings del Mosela y algo de Borgoña, pero ya que ese plan pintaba difícil, decidimos dejarnos llevar por las sugerencias de Irene, que recorrieron varios puntos de la geografía española, resultando muy acertadas y que nos deparó una curiosa sorpresa en forma de vino blanco.
Tras los snacks de la casa (Palitos de Arroz y de Gamba y Pan de Agua con Sobrasada y Tomate), entramos en materia con el aperitivo, Mousse de Tomate con Almendras, suave y riquísima, con un toque de aceite de oliva intenso que destacaba aún más su sabor, y del que mi otra mitad dijo que "se comería kilos". Seguimos con un Helado de Espárragos Blancos con Brotes de Trigueros y Praliné de Cacahuetes, sorprendente combinación de texturas y sabores. Para acompañar estos platos, nos sugirieron un Cava, el Aria Brut Nature (DO Cava, 60% Macabeo, 20% Xarel·lo, 20% Parellada; Segura Viudas) que vestía un amarillo pajizo algo apagado, con un perlaje vertical y continuo muy elegante; la nariz estaba marcada por la crianza, con frutos secos y pan crujiente, dando paso en boca a una entrada seca que dejaba enseguida sitio a un retrogusto muy frutal y a un final con un suave dulzor muy agradable. Nos gustó mucho.
La velada continúo con Galleta con Higos, Dados de Foie, Queso y Gelatina de Vino Monastrell, que nuevamente hace trabajar todos los sentidos ante la mezcla de texturas, sabores y temperaturas, destacando el fantástico foie. El siguiente entrante fue una Yema de Corral con Tocino Ibérico a la Brasa y Salteado de Setas de Otoño, una de las estrellas de la noche, de sabores intensos y con productos de una calidad superior. Inmediatamente apareció en la mesa el otro entrante protagonista de la noche, Carpaccio de Vieiras con Aceite de Trufa y Ceps, donde armonizaban de maravilla algunos de mis productos culinarios preferidos, la elegante vieira, los exquisitos ceps y la sublime trufa, creando pura poesía.
Para estos tres entrantes, la sumiller nos presentó un vino blanco que no conocía y que me resultó sorprendente, Auro 2009 (DO Alicante, blanco joven, Chardonnay y Moscatel; Bodegas Parcent), que mostraba un color amarillo pajizo claro con algún destello dorado pálido, aromas de buena intensidad donde había piel de uva, manzana, algo de jazmín y avellanas, y que en boca se notó fresco, algo untuoso, muy frutal y con un sutil amargor final. Nos sorprendió y se conjuntó muy bien con los platos a los que acompañó, aunque quizá sea algo difícil para beber solo.
Llegó el turno del primer plato, Merluza con Aceite de Encurtidos con Mostaza de Guindilla Dulce y un miniaperitivo de Mousse de Oliva. Difícil describir el fantástico punto de la merluza, la combinación con los encurtidos y el toque de la guindilla dulce. Sensacional. El punto y final a los platos lo puso el Lomo de Ternera a la Brasa con Cecina de Buey y Mostaza Verde, sabores intensos y deliciosos en un plato que comería una y otra vez.
Para estos dos últimos platos con tanta enjundia, nos sirvieron un Ostatu Selección 2006 (DOCa Rioja, tinto con crianza, 100% Tempranillo, Ostatu), de color picota muy oscuro, casi negro, con ribetes aún rubí; nariz de muy buena intensidad, donde de primera impresión destacaban los aromas cremosos de cacao y torrefactos sobre un fondo de fruta muy madura, y que tras evolucionar en la copa mostraba un fino especiado. En boca se notó amplio, carnoso, buena acidez, con marcadas notas de ahumados que dejaban asomar luego la fruta y un tanino marcado muy agradable. Un buen vino, algo maderizado eso si, de una bodega cuyos productos pude conocer hace unos días, y que todos tienen una gran calidad.
El postre fue la Fantasía de Chocolates sobre Tierra Volcánica, donde se mezclaban chocolates de distintos tipos, en diferentes texturas y temperaturas. A este difícil postre le acompañó una buena muestra de la calidad de los moscateles dulces de estas tierras, Serrata Moscatel (DO Alicante, Vino de Licor, 100% Moscatel de Alejandría, Francisco Gómez), un moscatel dulce con 6 meses de barrica que le dan un bonito color dorado brillante, con aromas varietales intensos donde destacaban más la pepita de uva que la piel, con toques amielados; paso por boca muy goloso y muy frutal, con un deje amaderado que prolonga el final. No lo conocíamos, muy rico.
En resumen, una fantástica cena con un maridaje muy bien llevado , que nos mantuvo sonriendo las más de dos horas que estuvimos allí. Profesional y encantadora la sumiller, Irene, con quien mantuvimos una agradable charla al final de la velada, y que prometió tenerme informado de los eventos gastroenológicos que organicen.
Las fotos del restaurante son de la web de Euroresidentes y de su propia web.