Si hace unas semanas reivindicaba la magdalena, hoy vuelvo a los cupcakes ¿por qué? Porque es halloween y ¡las peores pesadillas vuelven! Hacía tiempo que tenía ganas de probar el te matcha y aproveché para darle a la masa un tono verdoso que acompañase la ocasión, llevan la terrorífica buttercream naranja y unos bombones de chocolate negro. ¿Queréis la receta? Ahí va:
Ingredientes del cupcake
- 250gr de harina Yolanda
- 125gr de azúcar
- 1/4 de litro de leche de soja
- 1/2 vaso de aceite
- 1 sobre de levadura
- 3 cucharadas de te matcha en polvo
Ingredientes de la buttercream
- 150 gr de margarina a temperatura ambiente
- 3 Cucharadas de azúcar glas
- Unas gotas de esencia de naranja
- Gotas de chocolate negro
- 6 ml de colorante amarillo
- 6 ml de colorante rojo
Preparación
Como siempre, lo primero es precalentar el horno a 180º y calor por arriba y abajo. Después comenzamos a mezclar los ingredientes secos: harina, azúcar, levadura y en este caso las cucharadas de té. Yo puse tres porque era la primera vez que lo usaba, pero creo que una más le quedaría bien.
Después, añadimos le leche de soja y el aceite y mezclamos bien con unas varillas. Es importante que no haya grumos para que luego quede bien esponjosa la masa.
Colocamos las cápsulas en la bandeja para magdalenas y las llenamos unos 2 tercios. Horneamos y veremos que empiezan a subir bastante rápido, cuando estén dorados sacamos y comprobamos con un palillo que estén también hechos por dentro (si sale bien limpio, están listos).
Podemos aprovechar el tiempo de horneado para preparar la buttercream. Mezclamos la margarina con el azúcar glass y después añadimos los colorantes y en último momento la esencia de naranja. A veces al trabajarla bien pierde un poco de consistencia, podéis meterla un poco en la nevera para que vuelva a estar consistente.
Cuando tengamos bien fríos los cupcakes, comenzamos a adornarlos, yo no soy una experta, así que, con la manga pastelera llena, hago una espiral comenzando desde el centro para terminar en los bordes.
Por último añadí unos chocolates de calaveritas. Simplemente fundí chocolate negro con una cucharadita de agua y otra de azúcar glass. El mérito es de los moldes que me regalaron unas amigas
¡A disfrutarlo!