La cúrcuma se extrae de la raíz de la planta con la que se prepara el polvo del curry y se utiliza para colorear los alimentos y aportarles un sabor inconfundible. Posee propiedades terapéuticas de gran valor, ya que su principio activo, la curcumina, es un poderoso antioxidante.
� Estimulante del apetito, facilita la producción de ácidos en el estómago y con ello la sensación de hambre. Favorece las digestiones de las comidas pesadas y evita la hinchazón. Conviene utilizar la especia en tintura o comprimidos, media hora antes de la comida y la cena.
� Antioxidante, gracias a sus sustancias polifenólicas, es un poderosos antioxidante, situándose al nivel de la Vitaminas A, C y E, y por tanto previniendo el envejecimiento prematuro de las células frente a la acción del exceso de radicales libres producidos por nuestro organismo.
� Para hígado y vesícula en la medicina ayurvédica y en la tradicional china se utilizaba como reconstituyente del hígado y vesícula biliar, así como en los dolores y trastornos menstruales. Hoy en día se ha demostrado que la curcumina fluidifica el líquido biliar, a la vez que inhibe la proliferación del virus de la hepatitis y evita su fusión con las células.
� Antiinflamatoria, constituye un tratamiento alternativo de valor sobre los procesos artríticos, logrando un importante alivio del dolor.
� Fibrosis quística por último, la cúrcuma se ha revelado como una terapia de gran valor en el tratamiento de la fibrosis quística, enfermedad crónica que afecta fundamentalmente a las vías respiratorias. Colabora en la expulsión de la mucosidad acumulada y mejora la calidad de vida del enfermo.