Revista Cocina
Por aire he viajado en avión tantas veces en mi vida que perdí la cuenta de las horas y los kilómetros hace muchos años, volé en avioneta en centro américa de ésas que se ven solo en las películas de aventura donde sólo faltaba el lugareño con una caja de gallinas. Por mar en los barcos que une nuestras costas andaluzas con nuestras ciudades africanas y con Marruecos y en mi añorada barca, donde mi marido remaba por la costa oeste malagueña.
Me olvidaba de mi viaje en barco velero por la espléndida Bahía de Todos os Santos, desde Salvador de Bahia (Brasil) a varias de sus paradisiacas numerosas islas. Pero no me puedo olvidar de los viajes en catamarán tanto en Puerto Plata, Playa Bávaro y Punta Cana (República Dominicana), fue allí donde viajé en lanchas rápidas en las cálidas aguas caribeñas; aunque recuerdo con más cariño los viajes en catamarán por la costa e islas de Cuba.
Fue en Cuba donde por primera vez, en moto acuática surcamos manglares.
Cruzar desde Hong Kong a Kwoolon en barco, también fue una gran experiencia; en aquella época subir en el tren bala de Tokyo fue realmente increíble, futurista más bien.
Desde México a Belice en 4 X 4 condujo mi marido por sinuosas y polvorientas carreteras a través de la selva y desde allí en una pequeño barco marinero surcar manglares y el caribe en busca de tortugas y delfines.
Subí en camello para ver las pirámides de Ghiza, y viajé en camello hasta la tierra de los nubios a través del desierto egipcio; por su gran rio, el Nilo, he viajado muchas veces (nunca demasiadas) en preciosos cruceros, lo he surcado igualmente en falúas, esos preciosos barcos veleros.
Montar en elefante en Thailandia es lo más, pero no pasé tanto miedo como cuando "volábamos" en los tuk-tuks por las calles de Bangkok donde he navegado por su gran rio en barco-restaurante y recorrido sus canales en lanchas rapidísimas. Viajé en el viejo tren por el rio Kwai.
He montado en coche de caballos por Roma.
Pero uno de los medios más impresionantes e inolvidables en mi vida fue mi recorrido por las calles de New Delhi en Rickshaws, ése vehículo-bicicleta de tres ruedas donde la única fuerza motora era la delgadísimo “conductor” que pedaleaba con sus musculosas piernas transportándonos a mi marido y a mi en ésa especie de “silla” doble por las superpoblada y caóticas callejuelas del Viejo Delhi, torcidas, abarrotadas, sucias, malolientes, aunque a la vez simpáticas, místicas, calurosas y sobre todo sorprendentes, una sinfonía del caos donde nada parece seguir un orden establecido.
En India, la calles es la vida y la vida transcurre en la calle, e India me cuativó, me enamoró desde principios de los años 70, su rica historia, su música, su gente, su gastronomía…….
Hoy les pido que viajen a India…..con un plato vegetariano, que dedico a una persona muy especial, un gran amigo nuestro, con una gran personalidad, muy admirado y muy querido….GSD.
¿Cómo lo he preparado?
En una cacerolita poner un chorreoncito de aceite de oliva virgen extra (uso malagueño…actualmente de Riogordo) y pochar a fuego lento un trozo de cebolla morada cortada en trozos pequeños, salándola previamente.Una vez que estén doradas añadir un diente de ajo machacado, remover un minuto.Añadir una cucharada pequeña de curry en polvo (uso de India que compro en el establecimiento de mi amigo Mohan en Torremolinos), una de comino en polvo, una de mostaza, una de jengibre y tres cucharadas soperas de tomate frito. Remover bien todo el conjunto de ingredientes. Echar en la cacerolita un vaso de leche de coco y las berenjenas troceadas.Tapar y dejar cocer unos diez minutos hasta que esté tierna.Agregar los garbanzos cocidos (se puede usar de bote, aunque yo aprovecho los garbanzos de cuando hago puchero…pueden ver mi receta en el buscador), remover y apartar del fuego.Decorar con cilantro picado y si gusta picante unos trozos de guindilla….
¡¡ Buen provecho y buen fin de semana !!