(En voz alta). Como el que lanza la caña a los albures (signifique lo que signifique, que ya sé) y saca, no sólo el mítico zapato hambriento de la viñeta del chiste sin palabras, o fotograma en blanco y negro, sino y también toda una bien ensamblada sugerencia sobre el azar en sus diversos envites y, de forma especial, textos dados sobre dados que dan mucho de sí. Y todo ello prendido del hilo de seda de un nombre y de una hora vespertina bien acompañada en una nueva, añosa y espaciosa librería del centro de Madrid. Cómo no hacerse eco. Sea. A navegar.