Dagmar fue un niña problemática, con tendencia a la ira, impulsiva y mentirosa. Las relaciones en casa no eran buenas, así cuando contaba 12 años se marchó del hogar para probar fortuna trabajando como empleada doméstica. No le duró mucho, tres años después volvió a casa de sus padres, en Aarhus. A los pocos años fue condenada por robo, cumpliendo una pena de prisión en 1909. Al salir encontró trabajo en un restaurante y tuvo una relación con un compañero, con el que tuvo un hijo. El bebé murió en circunstancias sospechosas.
En 1911 cambió de residencia, de trabajo y de pareja. Se instaló en la ciudad de Randers y al poco conoció a un hombre, Nielsen con el que se casó en 1913 y le dio un hijo, pero el matrimonio duró muy poco. En 1913 trabajó como empleada doméstica en casa de un pequeño terrateniente, del cual tuvo otro hijo. Al niño lo mató al poco de nacer, al parecer porque era un hijo no deseado.
En 1915, Dagmar se marchó a Copenhague, donde se empleó en una tienda de dulces. En la capital danesa conoció a un hombre, Svendsen, con el que rápidamente se fue a vivir, y como no, tuvo otro hijo, que murió al poco tiempo de nacer por causas desconocidas.
La carrera criminal
En 1916, Dagmar contacta a través de un anuncio de un periódico con una madre soltera, Rasmine Jensen, que acababa de dar a luz a su segundo hijo y quería darlo en adopción, así Dagmar se quedó a cargo del niño, cobrando 12 coronas por ello. Seguidamente ahogó al pequeño, tirando el cuerpo en una fosa de un cementerio de Copenhague.
Dagmar descubrió su nueva forma de ganarse la vida y comenzó una carrera criminal. El modus operandi siempre fue el mismo: contactar a través de los periódicos con madres solteras que quisieran dar a sus hijos en adopción. El mismo día que conseguía los bebés, los mataba, mediante asfixia, ahogo o arrojados al fuego de la chimenea. A otros los enterró. Pero en 1920 Karoline Aagesen, una madre que le hizo entrega del bebé se arrepintió, y a la mañana siguiente se presentó en casa de Dagmar. El bebé no estaba con ella. Al preguntar sobre él, la asesina se mostró nerviosa y las explicaciones eran poco verosímiles. Ante las sospechas, Karoline se presentó ante la policía para explicar lo sucedido. Varios agentes se presentaron en el domicilio de Dagmar, encontrando los restos del pequeño carbonizado en la chimenea.
Juicio y condena
Dagmar confesó haber matado a 16 infantes entre 1913 y 1920, aunque sólo se pudieron probar 9 asesinatos, entre ellos uno de sus hijos. El juicio es hasta el día de hoy uno de los más mediáticos de Dinamarca. Fue condenada a pena de muerte pero conmutada por cadena perpetua. Murió en prisión, el 5 de mayo de 1829, a la edad de 46 años. El caso hizo que se creara la Ley de Supervisión de los hijos adoptivos en 1923, y en consecuencia se supervisaba a todos los niños que nacían fuera del matrimonio. Dicha ley estuvo en vigor hasta 1965.