Tiempo después, reanudó la búsqueda de su madre biológica hasta que dio con ella. El deseo de Berkowitz era que lo acogiera como miembro de su familia. Pero fue rechazado. David tuvo siempre un complejo de inferioridad, sobre todo respecto de las mujeres, fruto del rechazo que había sufrido por el abandono de su madre biológica.
LOS ASESINATOS
Berkowitz fijó su residencia en Nueva York. A principios de los años 70, provocó 1.488 incendios en la ciudad. Después, dio un paso más y comenzó su particular caza humana.
Los primeros crímenes los cometería la víspera de Navidad de 1974. A una chica –la cual no pudo identificarse-, la mataría a puñaladas. La segunda fue herida. En los próximos asesinatos cambió el cuchillo por un revólver, calibre .44. La sustitución del arma se produjo al pensar que con un arma blanca, dejaba demasiadas evidencias que podrían incriminarle, por lo que viajó a Texas para comprar el revólver. No decidió adquirir el arma en Nueva York, por que tenía la creencia de que la policía podría dar con él a causa de los casquillos de bala que encontrasen en las escenas de los crímenes.
El 29 de julio de 1976, disparó sobre dos chicas que conversaban dentro de un vehículo. A Donna Lauria la mató al instante y Jody Valenti sobrevivió.
El 23 de octubre de 1976, disparó sobre Carl Denaro y Rosemary Keenan, que se encontraban dentro de su vehículo. Rose sufrió heridas leves, mientras que Carl resultó lesionado gravemente en la cabeza.
A excepción de una mujer a la que asesinó mientras caminaba sola, el ‘modus operandi’ sería siempre el mismo. Asaltar a parejas en lugares solitarios, en diferentes zonas de Nueva York y por la noche.
El 26 de noviembre de 1976, dos chicas, Donna DeMasi y Joanne Lomino que volvían del cine andando y con el pretexto de hacerles una pregunta, les abordó disparando sobre ellas. Las dos sobrevivieron aunque fueron heridas de gravedad.
Entre el 30 de enero y el 31 de julio de 1977, Berkowitz atentó contra nueve personas más –cuatro hombres y cinco mujeres-, de las cuales murieron cuatro mujeres y un hombre.
ARRESTO, JUICIO Y CONDENA
En un gesto de alarde y con el objetivo de hacerse famoso, escribió a la policía y a los periódicos, haciéndose llamar “el hijo de Sam”. Para entonces, la ciudad de Nueva York no dormía tranquila y lejos de tranquilizar a los habitantes, los medios de comunicación seguían el juego al asesino que se engrandecía al saber que hablaban de él. Por fin se sentía alguien matando, y publicando sobre su persona, alimentaban su ego, por lo que no dejaría de matar.
Parte final de la primera carta de Berkowitz
dirigida a la policía
Las investigaciones se centraron en los vehículos multados esa noche en la zona. El Ford Galaxie de Berkowitz, era uno de esos coches. Así el 10 de agosto, localizaron el automóvil del “hijo de Sam” enfrente del bloque de apartamentos donde residía el asesino, en el distrito de Yonkers. Vieron que en el asiento de atrás había un rifle. Esperaron a que saliera. Cuando Berkowitz salió de casa y entró en el coche, los policías le detuvieron.
Berkowitz confesó los asesinatos, alegando que el perro de un antiguo vecino llamado Sam –de ahí tomó su apodo- estaba poseído por el demonio y que fue él quien le comunicó mediante ladridos que debía matar a gente. Años después se retractó adimitiendo que la historia del perro, había sido un invento, aunque añadió que él formaba parte de una secta satánica y los crímenes los había cometido en compañía, versión que tampoco fue creíble.
A pesar de que en un principio, los psiquiatras creyeron la versión de Berkowitz, fue condenado a cadena perpetua el 12 de junio de 1978. No obstante, una vez cumplidos 25 años de condena, la ley contempla que cada dos años y de manera automática el caso debe ser revisado, así podría obtener la libertad condicional en alguna ocasión. Desde entonces y hasta la fecha, han sido denegadas todas las audiencias.