Es primavera, estás por la zona de Alicante o Valencia, hace un día radiante, de esos de cielo azul intenso, nítido, con un sol precioso, sin pizca de viento y tienes ganas de quitarte de encima las telarañas de la semana laboral o el gris de la oficina. No sigas buscando, ésta es tu excursión. Una excursión azul, como yo defino a esas escapadas que tienen que ver, de una forma u otra, con el mar. De esas que te renuevan por dentro y actúan como sedante, dejando atrás preocupaciones y problemas.
Este fin de semana quería recargar pilas, hacer una ruta senderista que me permitiera estar en contacto con la naturaleza, disfrutar del sol y del aire libre y no podía haber elegido un destino mejor. El Sendero Ecológico que parte de Calpe, concretamente de Cala Calalga y a través de unas cuantas calas más llega a Cala Baladrar, ya en Benissa, es un regalo para los sentidos.
No es demasiada distancia, unos 10-12 km. ida y vuelta, de sendero agradable, con sucesivas subidas y bajadas a través de escaleras en las que no se deja de ver el mar ni un sólo segundo.
A nosotros nos lució un sol espléndido, con cielo despejado y sin apenas viento, con lo que el Mediterráneo estaba como una balsa de aceite, calmado hasta donde alcanzaba la vista y de un azul intenso que no podíamos dejar de admirar.
Las aguas tan cristalinas que permitían ver a través de ellas incluso desde la altura a la que nos encontrábamos y que, incluso en esta época, invitaban a probarlas, estaban tentadoras. Sin lugar a dudas, un paraíso para los buceadores.
Un recorrido ideal para hacer en primavera y en el que no se nos debe olvidar el agua, una gorra, protección solar y, por supuesto, la cámara de fotos. Aclarar que esta ruta se puede comenzar en Calpe o en Benissa, según la dirección, hacia el norte o hacia el sur, que elijamos para dirigirnos. Después tendremos que volver por el mismo camino. Otra posibilidad es ir hasta el Aula del Mar en Benissa y desde allí hacer una primera ruta hacia Calpe, hacia el sur, y una segunda ruta hacia el norte, hacia la Cala Baladrar. En cualquier caso, la distancia recorrida dependerá de nosotros y cuando nos cansemos, podremos dar la vuelta.
La excursión no tiene mayor dificultad que alguna cuesta y la subida y bajada de escaleras. Únicamente para llegar a Cala Llobella hay una bajada entre rocas y luego hay que caminar un tramo por ellas hasta llegar a la cala. Si se va con niños, es la parte de mayor dificultad, pero existe la alternativa de ir por el interior a través del Paseo Ecológico que parte de Cala Pinets y evitar esta bajada.
Nosotros llegamos a Calpe desde Alicante, y lo atravesamos en dirección al Peñón de Ifach, para una vez alcanzado este punto coger el desvío que por la CV-746 nos lleva hacia la playa de Calalga. En esta época, aparcar el coche es fácil, así que lo dejamos muy cerca de la cala, en la confluencia de la avenida Rosa de los Vientos con la calle Xaloc. Enseguida nos encontramos con el primer panel informativo de la ruta que nos indica que estamos en Cala Calalga y un indicador en el inicio del sendero que nos indica que el Puerto de les Bassetes está a 15 minutos.
La senda es amplia y protegida por una valla de madera. Detrás vamos dejando el Peñón de Ifach, vistas que no vamos a perder en casi toda la ruta, en la que no podremos dejar de darnos la vuelta cada pocos metros para deleitarnos con ellas y hacer algunas fotos.
A través de una escalera llegamos a la Cala Mallorquí, donde también encontraremos un panel informativo anunciándonos dónde nos encontramos y ofreciéndonos más datos.
A lo largo de la ruta encontraremos bancos para sentarnos tranquilamente a contemplar el paisaje, algunas pequeñas zonas con mesas y alguna área de recreo para niños o para hacer ejercicio. Seguimos avanzando y llegamos al Puerto de Les Bassetes, construido sobre un espigón natural y ahora convertido en club náutico, dónde vemos a algunos buceadores noveles haciendo prácticas. Junto al club de buceo hay un restaurante y una terraza con un emplazamiento envidiable, por lo que tomamos nota por si a la vuelta decidimos sentarnos a tomar algo.
En este punto es donde el Sendero Ecológico se une con el de Benissa.
En cuanto que acaba el puerto comienza la Cala de les Bassetes y desde aquí hay unas vistas estupendas del mar, de los acantilados y de unas losas de roca que hay bajo el agua y que apenas están cubiertas por unos centímetros de agua. Seguro que sirven de resguardo a un montón de especies. Esta zona y su fondo marino debe hacer las delicias a los amantes del snorkel o del buceo. Durante toda la ruta vemos muchas gaviotas, especies vegetales protegidas y formas rocosas de lo más caprichosas. Es imposible hacer el paseo sin detenerse una y otra vez, por la gran cantidad de elementos que llaman nuestra atención.
Justo antes de iniciar la subida hacia el Aula del Mar, llegamos a la Cantera que hay junto al mar y con cuyas piedras se construyeron algunos de los edificios de Benissa en el s. XVI. En este punto, con cuidado, podemos salirnos de la ruta a través de la barandilla y contemplarlas mejor sin riesgo. En los alrededores del Aula del Mar hay una pequeña zona de descanso con mesas. Una vez pasado el edificio, la senda comienza a bajar hasta que nos lleva a Cala Fustera, una playa de arena con aguas turquesas y transparentes. Es muy pequeña pero a ninguno nos dejó indiferente y todos coincidimos en que otro día deberíamos volver sólo a esa pequeña playa.
Ahí también tomamos nota de un restaurante, Mandala, con terraza y vistas inmejorables. A la vuelta estaba lleno de gente que se había acercado a comer, por lo que no pudimos quedarnos. Cerca hay un pequeño mirador desde donde se obtienen unas vistas preciosas, sí otras vistas más, del Peñón de Ifach.
Junto al restaurante comienzan unas escaleras que nos permiten continuar con el paseo y llegar a Cala Pinets. Esta cala tiene una diminuta playa de roca y otra de arena, por supuesto de aguas transparentes y muy tranquila, rodeada de bastante vegetación.
De ahí parte una senda a la derecha y junto a la costa que nos llevará a Cala Llobella. El acceso a Cala Llobella por la costa es el que presenta algo más de dificultad, ya que tiene una bajada entre las rocas y después hay que hacer un tramo, algo incómodo, andando sobre grandes piedras. Daba la impresión que había habido algún desprendimiento con las tormentas de este invierno.
Nosotros a la ida realizamos este trayecto, que nos dejó a los pies de Cala Fustera, pero existe alternativa desde Cala Pinets y consiste, en vez de tomar la senda que parte a la derecha de la cala, en seguir todo recto por el Paseo Ecológico que pasa por delante de las casas hasta llegar a la carretera nacional, que en este punto dispone de una suficientemente amplia zona peatonal. Una vez allí, enseguida se adentra el sendero a través de una zona de recreo y de pinar. Basta seguir los carteles indicadores para continuar con la ruta en la que nos encontraremos algunas casas de verano, pinos y otros árboles típicos de la zona.
Tras visitar Cala Llobella, por uno o por otro sendero, seguiremos hacia Cala Advocat. Parece que en algún momento del año se puede hacer este trayecto por la costa, aunque en nuestro caso fue imposible ya que el mar estaba muy alto.
Continuamos por el Sendero Ecológico que parte un poco más arriba de la cala y que si hemos venido por el interior lo hemos visto claramente. Transcurre por una zona de campo con algunas casas hasta que nos deja en Cala Advocat. Desde este tramo, las vistas de Cala Llobella son impresionantes: En Cala Advocat nos encontramos con una playa de roca que cuenta con una especie de espigón, convirtiendo la playa en una piscina natural. ¡Qué más se puede pedir!
Pues sí, se puede pedir más. Justo delante de la cala se encuentra un pequeño hotel con restaurante y una terraza con vistas envidiables, se llama La Paillote. Paillote es el nombre que en francés se utiliza para nombrar a una cabaña construida cerca del mar, y sí, también he tomado nota para volver algún día a esta cabaña, seguro que aquí el gris de oficina, del que hablaba al principio, se me va en cuestión de segundos.
Nos hubiera gustado continuar hasta Cala Baladrar pero el sendero ecológico se encontraba cortado por obras y continuar por la carretera nacional, que en este tramo no tiene ni siquiera arcén, no resultaba ni agradable ni seguro, así que lo dejaremos para otra ocasión. Conozco Cala Baladrar y es el lugar ideal para ver atardecer teniendo como telón de fondo al Peñón de Ifach. Tiene un restaurante con terraza y una zona con mesas, por lo que se presenta como el punto más adecuado para reponer fuerzas antes de iniciar la vuelta.
Desde Cala Advocat iniciamos el regreso por dónde habíamos venido, salvo en Cala Llobella que nos fuimos por el interior.
La ruta nos llevó unas tres horas y media, y calculo serán entre 10-12 kilómetros, aunque paramos a descansar, a regalarnos con las vistas y a disparar la cámara de fotos cada pocos pasos, pero como es lineal podemos adaptarla y cuando nos cansemos dar media vuelta. Lo que sí os aseguro es que no os va a defraudar.
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Bon Voyage!