Revista Cultura y Ocio
De cómo Michael Bublé fue responsable de nuestras vacaciones en Toronto y la región del Niagara.
Por Alejandra Naughton Alejandra Naughton @alenaughtonEn realidad la historia comenzó en 2014 una noche que diluviaba en Buenos Aires. Contra toda lógica, en lugar de suspender, Michael Bublé dió el recital en GEBA. Dijo, “si ustedes están allí, yo estaré acá, en el escenario”. Se puso el show al hombro y cantó y bailó mientras nos empapamos juntos. Literalmente. Tal vez haya sido el recital más emotivo y sorprendente que hayamos visto. Volvimos bailando. Pero también es cierto que quedaron en mí las ganas de volver a verlo sin la preocupación de la lluvia. Así que ni bien supe que había retomado su gira mundial, no pude evitar averiguar cuál era el itinerario.
Resultó ser que la gira no pasaba por Buenos Aires en 2019 pero sí por USA y Canadá en época próxima a nuestras vacaciones. Así fue como Michael nos daría una nueva alegría: la oportunidad de visitar Canadá. Pudo haber sido en el Madison Square Garden pero ¿cómo perdernos su recital en su país natal luego de casi cinco años de ausencia?
Pero...ya que veníamos hasta Canadá no nos íbamos a quedar “sólo” con el disfrute de su gran performance en el Scotiarena (que... más que colmó las expectativas luego de tanta espera). Sino que decidimos quedarnos en Toronto. Y quién dice Toronto, dice Ontario y quien dice Ontario dice Niágara y quien dice Niagara dice Río, Cataratas, y Lago. Y... allí estuvimos, felices.
Para mí las Cataratas del Niagara siempre serán ese lugar donde Lois Lane confirmó finalmente que Clark Kent era Superman.... Sí, así como lo leen. ¿Recuerdan la escena en la que un niño se cae en la Catarata y Clark sale al rescate (previo transformación a Superman, obvio...) se sumerge en las aguas y emerge con el nene a salvo? Una vez más, Clark no estaba presente cuando Superman aparecía. Lois cada vez tenía menos dudas.... Desde que ví la película y esa escena en particular quedé intrigada. ¿Cómo era eso de que mucha gente en un ambiente absolutamente urbano podía estar tan cerca de una monumental caída caudalosa de más de 50 metros de altura? En mi cabeza, obviamente, estaban las Cataratas del Iguazú y la selva misionera donde eso es imposible...
Pues bien, en Niagara es posible. Nosotros nos quedamos del lado canadiense donde pudimos apreciar al paisaje en todas las dimensiones que ofrece su esplendor natural: el disfrute del estruendo increíblemente cercano del agua al caer, la bruma que se eleva para luego alcanzarnos impulsada por el viento. Caminamos mucho por el parque que bordea al río, nos asomamos a todos los puntos panorámicos, nos subimos a la Torre Skylone. Despertaron nuestra curiosidad y nos sorprendieron la iluminación y los fuegos artificiales que cada noche engalanan a las mismísimas Cataratas. ¿Cómo, desde dónde lo hacen? ¿Quiénes? ¿Canadienses o norteamericanos? ¿O ambos, coordinadamente? Paseamos cerca del fenómeno natural de día y de noche, a nivel y en las alturas. Dicho esto, debo reconocer que me pareció curioso que mientras que las Cataratas tienen un brillo natural que perdura intacto a lo largo del tiempo, todo lo construido a su alrededor luce un poco opaco. Por eso, la ubicación del alojamiento es crucial para ver lo que vale la pena ver y evitar lo que no sea tan lindo....Nos hospedamos en un piso 25 de un hotel justo enfrente al salto principal, el denominado “Herradura” por la forma curva que dibuja en fenomenal dimensión. Eso nos permitió ver a las Cataratas todo el tiempo. Ese ventanal quedará grabado en nuestros recuerdos de viaje! Increíble. Ahora bien...si alguien quisiera tomar más de 25 pisos de distancia de las multitudes que visitan Niagara, una alternativa muy interesante es elegir a Niagara on the Lake a apenas unos kilómetros. Pasamos un día allí y lo disfrutamos mucho. Remonta sus orígenes a las raíces mismas de Canadá como nación y, en consecuencia, tiene reminiscencias británicas. Todo está impecable, super cuidado. Sus arreglos florales en la calle y plaza principal parecen salidas de un cuadro. Los negocios son pintorescos y sus pubs invitan al relax. Como si esto fuera poco, la zona ofrece la oportunidad de disfrutar (y degustar...) de la ruta del vino que recorrimos arriba de un “Trolley Wine” en línea con lo pintoresco del lugar. Intuyo que la ciudad también debe tener buenos servicios de spa....
Dejo para el final a Toronto donde vimos el recital inolvidable. Veamos: ¿Es multicultural? Sí. ¿Parece británica? Sí. ¿Parece norteamericana? Sí. ¿Parece moderna? Sí. ¿Parece antigua? Sí. ¿Es dinámica? Sí. ¿Es calma? También. Todo esto es cierto y por eso creo que Toronto es tan especial. Combina el frenesí de una gran ciudad con el tempo de una ciudad pausada. Conviven en ella una diversidad poblacional, y arquitectónica única. Si uno pasea por el Distrito Financiero vé rascacielos, pero en el tradicional de Old Town la altura de las edificaciones baja y los frentes vidriados se transforman en ladrillos. Si vamos a Kensington Market percibimos un dejo de Notting Hill que en lugar de antigüedades deleita con street art! El color de la piel de la gente con la que nos cruzamos es deliciosamente variada y su actitud claramente entiende de diversidad. La diversidad de género y el reclamo por los derechos y mayor participación de las mujeres estuvo en todos los diarios que leí por allá todos los días. También muchas referencias a la legalización de la marihuana.
Si tuviera que elegir un lugar en Toronto elegiría sus senderos sobre el lago y las Islas de Toronto. Las islas se erigen sobre el Lago Ontario y se ubican frente al puerto de la ciudad. Son un oasis de paz, lindísimo para disfrutar del verano, hacer picnics relajados en las inigualables sillas coloridas (que también vemos en la ciudad) o disfrutar de sus playas. Luego de caminar por las Islas y antes de volver se impone tomar algo fresco al aire libre, con vistas al skyline. En esa línea del cielo se destacará la Torre CN y su inigualable altura y diseño nos recordará que Toronto es una ciudad que vale la pena conocer y de ser posible, volver!
Ilustra el post una foto de una obra de street art que encontramos en Kensington Market. Se llama Finger Pointing y la hizo Beto Janz. La publiqué en mi cuenta de Instagram @alenaughton diciendo: “Si bien señalar con el dedo tiene una connotación negativa, este mural con sus dedos consistentes y colectivos señalando a un punto, a mí, por el contrario me remitió a “foco”. A lo que podemos lograr si nos focalizamos por un mundo mejor, democrático, más transparente y más diverso”. Beto Janz me contestó “Desafortunadamente, el mural fue totalmente vandalizado y destruido ayer a la noche”. Me quedé sin palabras. Qué pena. La dejo entonces para que virtualmente en este blog y mi feed de Instagram siga vivo. Se me ocurre que puede también representar el poder de hacer foco en algo que se desea...los deseos se cumplen. Y si no me creen, miren cómo logramos ver luego de cinco años de espera el recital de Michael Bublé y todo lo lindo que trajo asociado!
Pd. Abrazo y amor incondicional a Julio que me banca en todas! Todas las oraciones en primera persona del plural le pertenecen.