Revista Televisión
El año pasado la cadena FX estrenó "American Horror Story", una serie creada por Ryan Murphy (que actualmente tiene en antena tres series) que gozó del apoyo de la crítica (premios y nominaciones la avalan, incluídos el Globo de Oro y el Emmy que ganó Jessica Lange) y del público. Pensada para desarrollar la trama en una sola temporada, la cadena renovó la serie por un segundo año con la peculiaridad de que, aunque mantendría a parte de su reparto y su título, la historia debería ser otra. Por completo. Y así ha sido: hace cuatro semanas (anoche se emitió el cuarto capítulo) se estrenó "American Horror Story: Asylum". Jessica Lange, Evan Peters, Lily Rabe, Zachary Quinto y Sarah Paulson son los cinco actores que repiten, mientras que ya se ha asegurado que Dylan McDermott y Frances Conroy volverán para alguna trama episódica. Esta entrada contiene spoilers de los tres primeros capítulos.
"Mental illness is the fashionable explanation for sin" (Sister Jude)
En "Asylum" tenemos dos líneas temporales: la actual, y la de 1964, que es la que mayor peso tiene. Adam Levine y Jenna Dewan-Tatum son los encargados de dar pie al viaje al pasado cuando aparecen en Birarcliff, un viejo asilo/centro psiquiátrico llevado por monjas y en el que se tratan a personas con graves problemas mentales. Dando por hecho que el edificio está abandonado, se llevan una sorpresa al comprobar que no es así (especialmente Levine, cuyo personaje puede cantar a grito pelado aquello de "I am in Misery, there ain't nobody who can comfort me"): unos personajes enmascarados (algunos vivos, pero otros ¿muertos?) se encargan de convertir su vida en un infierno. A la vez que van recorriendo los viejos pasillos del Asilo, nosotros somos testigos de todo lo acontecido en el pasado. Una historia que comienza con el arresto de Kit Walker (Peters), un joven ("James Dean copycat" en boca de la hermana Jude) al que la policía acusa de haber matado a tres mujeres y al que apodan "Bloody Face". Walker asegura que no mató a ninguna de las mujeres (entre las que se encuentra su mujer Alma) y que lo que pasó la noche de su arresto es que los aliens le visitaron (lo mismo que le ocurre al personaje de Lange, que se encuentra, cara a cara, con uno). Siguiendo los pasos de Walker, Lana Winters (Paulson), periodista, se acerca a Briarcliff para conseguir una entrevista. Lo que consigue es que la hermana Jude (una Jessica Lange que será fija en todas las entregas de premios mientras la serie siga en antena, y esta vez como protagonista) la encierre como a una enferma más para evitar que salgan a la luz los procedimientos que allí se usan. Me gusta mucho la forma en la que nos están dejando ver, poco a poco, la historia de la hermana Jude, que antes de meterse a monja era una cantante con problemas de alcohol que atropelló a una niña a la que no asistió (momentazo el de la hermana Jude intentado utilizar un silbato y su posterior explicación de la película "The Sing of the Cross").
Así, Winters conocerá a la hermana Mary Eunice (Rabe), una monja joven y muy sensible (sus lloros y súplicas por que la hermana Jude le azote en el primer capítulo) que, a escondidas de su superiora (ese momento mordiendo la manzana de caramelo), colabora con el doctor Arthur Arden (James Cromwell), un profesional poco ético que experimenta con los pacientes y con una curiosa obsesión hacia el sexo femenino (y las prostitutas especialmente). ¿Son los zombies que habitan alrededor de Briarcliff producto de sus experimentos? No hay que perder de vista el enfrentamiento entre Jude y el docotor Arden. Entre los enfermos con los que se relaciona Winters en el centro hay una ninfómana (Chloë Sevigny) que quiere viajar a Francia porque allí lo suyo no se trataría como enfermedad y Grace (Lizzie Brocheré), una joven francesa acusada de matar a su familia. Las tres, junto con Walker, forman un curioso grupo que busca escapar de Briarcliff por todos los medios (aunque a Winters la presencia de Walker no le gusta, lo que pondrá en peligro su primer intento de escape). Tenemos también al Monseñor Timothy Howard (Joseph Fiennes), al que le mueve la ambición y por el que la hermana Jude siente una irresistible atracción (el numerito del vestido rojo así lo demuestra) además de absoluta veneración; y al doctor Oliver Thredson (Quinto), que viene a analizar la conducta de Walker para determinar si necesita tratamiento psiquiátrico o si debe ingresar en prisión a la espera de juicio. Winters tiene que lidiar, además, con la desaparición de su novia (Clea DuVall), responsable indirecta del ingreso de su pareja en Briarcliff, y víctima también de uno de los seres enmascarados (los mismos que vemos en la trama del presente, y que seguramente sea el verdadero Bloody Face).
Esta es la trama principal de la serie, en la que las referencias al cine ("La matanza de Texas", "El exorcista", "Expediente X", "Frankensteins", "La milla verde", "Cadena perpetua", "Saw", "La parada de los monstruos", gracias @Sr_Finch) están tan presentes como en la primera temporada. Especialmente remarcarble es el episodio del exorcismo (protagonizada por Devon Graye, el joven Dexter Morgan), que va a marcar, para siempre, a la hermana Mary Eunice. Sin olvidar cada vez que entramos en la sala y se escucha "Dominique, nique nique, s'en allait tout simplement" que siempre me hacer acordarme de esto. La serie sigue poniendo la piel de gallina desde sus créditos (en los que no se alternan los nombres de sus protagonistas, como sí ocurrió en la primera temporada, pero que sí nos dejan una sonrisa inquietante).
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