Revista Opinión

Debate presidencial: mucho slogan y poco contenido

Publicado el 24 septiembre 2009 por Jorge Gómez A.
El primer debate presidencial evidenció que algunos candidatos podrían ser animadores de televisión más que presidentes, pues repiten muy bien los slogan, pautas y libretos, pero carecen de contenido propio, no piensan por si mismos y lo que realmente piensan no lo dicen.
En primer debate presidencial 2009 permitió ver a los candidatos en una faceta más “real” -aunque algunos estaban al son del libreto- distinta a la imagen distante e inexpresiva creada para los miles de afiches y carteles de campaña que ya invaden las calles (aún cuando la ley lo prohíbe claramente).
Pudimos ver al ser humano inmediato, pensante, al animal político, y no la simple imagen publicitaria, de modelo sonriente y fotográfico.
Pudimos apreciar al individuo con todas sus imperfecciones, vacilaciones, aciertos verbales y agudezas intelectuales, y no sólo una imagen estática, corregida a punta de programas computacionales.
De alguna forma, aunque deficiente, el debate nos alejó un poco de la política del marketing y el cartel publicitario a la que nos tienen acostumbrados. Nos trató de llevar a través de las pantallas a la vieja y abandonada política, de las ideas, del diálogo y la asamblea (el ágora). Y en ese terreno, algunos de los candidatos mostraron profundas falencias y debilidades.
Mientras Arrate fue el más claro y agudo en exponer problemáticas y Enríquez Ominami el más preciso en sus propuestas, Frei y Piñera fueron ambiguos en casi todo, se enfrascaron en discusiones personalistas, con intervenciones sin mucho contenido, llenas de lugares comunes, frases hechas y mucho slogan.
Lo anterior tiene una explicación lógica. Frei y Piñera son candidatos de coaliciones que han dominado la institucionalidad política por 20 años, que han abandonado el desarrollo constante de contenidos, dando prioridad a la continuidad de esa misma institucionalidad. En ese sentido, Frei y Piñera son claramente autocomplacientes.
Así, en el fondo ninguno de los dos cuestiona la institucionalidad vigente. Lo consideran innecesario. Eso se apreció en la escasa autocrítica de Frei y en la ambigüedad de Piñera.
Por otro lado, Enríquez Ominami y Arrate, en mayor o menor medida, se plantean críticos de la institucionalidad vigente y eso les obliga a generar nuevos contenidos, y los coloca en contraposición con la Alianza y la Concertación.
Frei y Piñera representan la política sin ciudadanos, porque suprimen lo político en cuanto diálogo e ideas y lo reducen a elegir opciones según slogan. No consideran ciudadanos sino electores. Por eso el rechazo de ambos a los debates.
Arrate y Enríquez Ominami en cambio, necesitan generar el diálogo y las ideas pues necesitan convencer para tener apoyos, no pueden apelar a simples votantes sino que a ciudadanos.
En definitiva, el debate nos recordó que la política no es sólo la frase bonita o el cartel publicitario más grande, sino también la idea, el contenido, y sobre todo la crítica (y autocrítica) para ir mejorando y no paralizarse. Tal como decía Aristóteles, no hay régimen perfecto sino perfectible.
El debate nos mostró que en nuestra política aún prima mucho el slogan y poco el contenido.

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