Pienso que esto de la vida está montado alrevés. Deberíamos nacer viejos y morir bebés; es decir, hacer el camino inverso a como la natura acostumbra.
De mejor a peor —es certeza— se va mal. Invirtamos el orden, pues. Mejor asomar a este mundo mayucos y dejarlo en plena forma, querubines.
¿Imaginas ir viendo desaparecer las arrugas y la calva? ¿Perder la barriga? ¿Despedir la flacidez tornada en tersura? ¿Dar boleto a los achaques intrínsecos a la ancianidad?
Los beneficios físicos de esta vuelta a la tortilla son evidentes. Pero, ¿qué me dices del espíritu?
Pasar de sabios a tabulas rasas, de excesivamente prudentes a vive-la-vida, de megarresponsables a ligeros, de sobrepreocupados a a-mí-plin… Con el añadido de que esquivaríamos las piedras con las que ya hemos chocado, decidiríamos desde la experiencia vivida…
Un chollo. ¿Con quién hay que hablar para que cambien esta historia? Que el mundo está pensado con los pies. Lo comprobamos día a día…