Ya hace tiempo que le vengo dando vueltas a este tema, y tras una conversación hace un par de días con José Luis Louzán, me he decidido a ponerlo por escrito.
Mucho se habla por todas partes de la cultura del vino, de recuperar la cultura del vino, de que los jóvenes no beben vino.. Y por otro lado no dejamos de ver en los medios imágenes de jóvenes imberbes en estados lamentables a base de combinados de licores de 40º o más bebidos en cantidades que me harían palidecer hasta a mi.
¿Cómo conjuntamos una cosa con otra? Pues haciendo que beber vino deje de ser un tabú y que vuelva a formar parte de la vida diaria de las familias y los chavales. Y me explico.
En mi casa, desde que tengo memoria, siempre había vino. A granel, si, pero siempre había una garrafa de blanco y una de tinto, amén de una cajita de cervezas. No recuerdo en aquella época de mi niñez y adolescencia ver a mi padre comer con agua. Y mucho menos a mi abuelo, con aquella jarra que ponía "Deus fixo a muller e dixo: hai que roela". Por lo tanto, el vino formaba parte de mi vida diaria. Ver a alguien beber vino era lo normal.
Los que ya tenemos cierta edad, hemos sido iniciados en los sabores del vino desde niños. No pasaba nada porque un padre o una madre diese a probar un sorbito de vino al crío. Nadie se escandalizaba porque una niña bebiese "rosadito" (vino con gaseosa). Desde niños mi abuela nos daba de merendar muchas veces sopas de caballo cansado (pan duro remojado en vino y espolvoreado con azúcar).
Nadie de mi núcleo familiar es alcohólico, y a todos nos gusta disfrutar de un buen vino con la comida.
Todo esto me lleva a dos reflexiones. En primer lugar, el ver el consumo de vino como algo cotidiano y normal puede hacer que de adultos sigamos esas costumbres aprendidas en casa y hagamos del vino la bebida que acompaña nuestras comidas. Por otro lado, nada excita más la curiosidad de un adolescente que lo prohibido. Un adolescente que ve a sus mayores consumir vino, u otras bebidas alcohólicas, con moderación y responsabilidad, no buscará eso como seña de rebeldía. "Si es lo que hacen mis viejos, eso no mola para estar con los colegas".
Creo sinceramente que si desterramos esos falsos puritanismos y dejamos que el contacto con el vino tenga lugar bajo tutela familiar responsable, y desde edades tempranas, es mucho más probable que de adulto esa persona siga consumiendo vino y haciéndolo con moderación.
La imagen está tomada del blog de Uvinum.