El dadaísta Hugo Ball en una
soirée dadaista en Zurich
Debido a que el próximo congreso de Filosofía joven (D.m.) irá sobre la belleza de la ciencia, andamos leyendo ya textos relacionados con el tema, por ejemplo ¿Por qué no Platón?, donde he encontrado un texto, a pie de página, que me parece que resumen bien el pensamiento de Feyerabend y, quizá, un poco el planteamiento del futuro congreso:
Al elegir el término "anarquismo" para designar mi planteamiento, tuve en cuenta, sin más, su uso general. Sin embargo, el anarquismo, tal y como se ha practicado en el pasado y como se practica hoy por un número cada vez mayor de personas, posee rasgos que no estoy dispuesto a defender. Se preocupa poco de las vidas humanas y de la felicidad humana (excepto de la vida y la felicidad de aquellos que pertenecen a algún grupo especial): además implica el tipo de dedicación y seriedad puritana que yo detesto. Por estos motivos prefiero ahora emplear el término Dadaísmo. Un Dadaísta no sería capaz de hacer daño a una mosca, mucho menos a un ser humano. Un Dadaísta permanece completamente impasible ante una empresa seria y sospecha siempre cuando la gente deja de sonreír, asumiendo aquella actitud y aquellas expresiones faciales que indican que se va a decir algo importante.
Otra vez Hugo Ball recitando un
poema en el Cabaret Voltaire
(Nota a pie de página en “Tratado contra el método”).