Revista Opinión

Democracia y liberalismo para nuestros tiempos

Publicado el 20 noviembre 2014 por Liberal

Para aquellos liberales que aún esperaban un giro positivo durante el segundo mandato presidencial de Obama en EEUU (pobrecitos), la entrevista de Obama con el New York Times la semana pasada les habrá parecido de lo más positivo.

El hecho de que Obama incluso se haya atrevido a nombrar el famoso libro del politólogo Putnam, “Bowling Alone”, ese famoso texto usado por los que defendían un liberalismo de “tercera vía”, probablemente provocó cierta euforia en los corazones de los liberales democráticos como los que en este proyecto abundan. Pero había más. Obama habló de un reciente estudio documentando el declive de la mobilidad social en los EEUU. Miró con nostalgia a épocas del pasado, aquella edad dorada de la posguerra en EEUU, cuando hasta el obrero más “pobre” sí tenía una oportunidad para realizar su sueño americano, tener al menos una casita en propiedad con su jardín, y por supuesto educar a sus hijos. También habló de la famosa manifestación en la capital estadounidense en los años 60 para exigir empleos y libertades.

Muchos liberales en España son en realidad de ultraderecha y se mofan del liberalismo social, especialmente de la democracia social que aquí siempre hemos defendido. Dicen “uyy, eso es del pasado”. Pero se equivocan – personalmente, me apunto sin ambigüedades a lo que dice el politólogo y sociólogo americano Lane Kenworthy. Kenworthy afirma en sus estudios y libro que el establecimiento de una democracia social en el siglo XXI para EEUU no solo es posible, sino que es además inminente.

Kenworthy dice que hay una lógica progresiva en todo su argumento basándose en la trayectoria socio-contemporánea de la política social en EEUU actualmente – y por extensión, en Europa. Por supuesto, las presiones generadas por los brutales cambios demográficos – una población cada vez más envejecida y la jubilación de los “baby boomers” obligará a los gobiernos aumentar su gasto social en sanidad y en general, seguridad social. Pero más allá de ese hecho importante, nuestra generación (los jóvenes menores de 50) nos hemos dado cuenta que en nuestros países, salvo excepciones muy puntuales y destacadas, el estado social y democrático es insuficiente. Eso obligará a tomar acciones políticas positivas. Como dice Kenworthy:

“Los legisladores, basándose en la razón y en la evidencia o quizá alentados por grupos de interés o la población en general, reconocerán los beneficios que tendrá un estado social más grande a la hora de generar seguridad económica, oportunidades, mejoras en la calidad de vida y querrán mover al país en esa orientación. A menudo, van a fracasar pero a veces tendrán éxito. Los programas serán progresivos, no se hará todo a la vez pero tendrán permanencia. Nuestro proceso político dificulta a los legisladores cargarse programas sociales muy populares. Hay que dar pasos pequeños pero con el objetivo común en mente: aumentar la generosidad y la amplitud de los programas sociales del gobierno”.

Críticas

Antes de aportar mis propias críticas, hay que reconocer en qué cosas acierta Kenworthy. Primero, es obvio que todo liberal debe reconocer que las políticas sociales o de ayuda social deben estar en manos del estado, del gobierno, nunca del sector privado o de “la sociedad civil” como algunos libegales intentan ocultar la palabra “privatizar”. Las ayudas y programas que estén manejadas por el estado, particularmente los estados centrales, serán más universales y generarán más resultados sociales poderosos en vez de canalizar todo eso mediante “familias”, sindicatos y demás. Como bien dice Kenworthy, todas esas instituciones están anticuadas y en declive, están demasiado centradas en intereses estrechos más que en servir las necesidades de las masas de pobres y trabajadores muy mal pagados en empleos precarios que caracteriza la gran mayoría de población en nuestros países occidentales actualmente (y por supuesto, del resto del mundo). Hoy por hoy, el abuso que sufres en el trabajo también es el abuso que sufre el africano en su puesto de trabajo o el mexicano que en EEUU trabaja como una bestia a cambio de muy poco sueldo (con todas las consecuencias sociales gravísimas que eso conlleva para sus hijos – ausencia de padre en casa, poca escolarización, mala salud, malos hábitos, etc).

En segundo lugar, nos recuerda que siendo estrictamente técnicos, sería bastante fácil para que el gobierno aumente en un 10% su PIB para ampliar el estado del bienestar. Lo más controvertido, obviamente, es que él defiende un impuesto nacional sobre el consumo. La mayoría de liberales se oponen a un impuesto tipo IVA en EEUU, porque dicen que el modelo europeo en este aspecto es regresivo y los que más lo pagan son los trabajadores pobres.

Sin duda, es un impuesto regresivo pero no creo que sea posible financiar un estado social en condiciones sin ese tipo de tasa. Kenworthy recuerda, con toda la razón, que el problema más grande que tiene el sistema fiscal estadounidense no es que no sea progresivo (de hecho el sistema fiscal americano es uno de los más progresistas del mundo relativo a muchas naciones ricas) pero le falta la parte clave: no genera ingresos. Un impuesto como el IVA en EEUU generaría muchísimos ingresos y posiblemente facilitaría la redistribución de ingresos.

Finalmente, Kenworthy pide algo que llevamos pidiendo los liberales democráticos desde hace tiempo: sanidad universal, permisos de paternidad realmente respetados, más días festivos pagados, más derechos laborales debidamente respetados, porque los liberales no aceptamos la tiranía en ninguna parte, ni la pública ni la privada. No aceptamos que la vida de un ser humano esté condicionada por la riqueza de alguien que tiene más. Tú, estimado joven, no debes tener que trabajar para que te atienda un médico en un país civilizado. No deberias tener que elegir entre ver a tu madre enferma o acudir al puesto de trabajo.

Problemas

Evidencia e ideología

Kenworthy no me demuestra cómo es posible ser razonable con sus propuestas. Él dice que el estado del bienestar será más amplio, por los actores políticos – esto es, porque los legisladores responderán a las presiones sociales. Su argumento es racional. Podríamos resumirlo así: “los daneses lo hacen mejor”. La vida es mucho menos difícil en los países nórdicos que en países donde la gente no tiene garantías sociales. Siendo así, la gente será racional y adoptará esos métodos aquí o en USA. Como buen científico social empírico, Kenworthy supone que la política es algo racional y que los “buenos” ganarán. Pero su confianza en la razón y en la evidencia me parece casi tierna, si tomamos en cuenta la terrible cultura política esperpéntica de países como España o EEUU, especialmente cuando se trata de políticas sociales que beneficien a la mayoría de un pueblo. ¡No quieren ni oir hablar de eso! La palabra “gasto público” ya no es una observación, sino es una frase casi usada para insultar. Hace falta ir más allá de la razón y las buenas intenciones – los liberales democráticos tenemos que RETAR, realmente retar, desacreditar, refutar aquello del “sentido común” que tanto nos repiten una y otra vez para justificar recortes ilegales, pisoteo a la constitución y abusos generalizados que en cualquier otro momento provocarían ríos de sangre. No podemos limitarnos, aunque sea tentador, a generar hojas de Excel con números y fórmulas que demuestran las mentiras de la Troika y demás. Voy a ser más claro: debemos ser mucho más radicales.

Yo siempre he dicho que las políticas públicas generan “clientela” que ayudan a establecer su permanencia. Por ejemplo, nadie hoy se va a cuestionar, que yo sepa, el voto femenino. Nadie tampoco, que yo sepa, va a querer dar marcha atrás y prohibir el matrimonio gay. Nadie mínimamente normal y con visión de futuro. De igual forma, ni el católico papista más estúpido y cerrado en España pediría volver a la Inquisición. Guste o no, el mundo progresa sin pausas. Pero también hace falta organización popular y presión “de fuera” del sistema político que tenemos, para que las cosas se centren realmente en la población general.

Todas las ayudas sociales que hoy se contemplan en España y ya existen en EEUU caen en la trampa de dar premios al sector privado – el Medicare es un gran regalo para la industria farmacéutica en EEUU, al igual que privatizar la gestión de nuestros hospitales en Madrid solo ayuda a ciertos empresarios que en nada ayudan o tienen en cuenta a la población general. La última reforma sanitaria de Obama es netamente capitalista en el peor sentido de la palabra – yo no creo que ni el capitalista más radical del siglo XIX pudiese haber imaginado el gran premio que esta reforma le dio a las aseguradoras privadas en EEUU. Un sistema que solo busca beneficios, al ser totalmente privado. El rescate del 2009 en EEUU y los sucesivos rescates en Europa quizá nos salvaron de una gran depresión 2.0, pero no fue suficiente para paliar la crisis y los empresarios y bancos se quedaron con la pasta en vez de contratar más empleados. Que a nadie le quepa duda que hay dinero para contratar y mejorar la vida de millones.

Eso por no hablar de la educación, reducida a otra forma de “capital humano” en España con el Plan Bolonia en vez de un bien social como era antes, una inversión para el ciudadano como parte de su ciudadanía en un estado democrático y social liberal.

¿Cómo es posible que el liberalismo que hoy vemos en España sea tan extremista y tomado por gente tan indeseable? Todos aquí nos hemos preguntado alguna vez algo así como ¿cuando van a morir de una puñetera vez y dejar de salir hasta en la sopa? Huerta de Soto, Juan Ramón Rallo, Gabriel Calzada, el P LIB, los defensores de “Mises” y “la escuela austriaca”, ¡están por todas partes! Están más repartidos que las cucarachas en los veranos tropicales de Miami. El liberalismo durante los últimos 30 años ha seguido girando hacia la derecha más extrema que en nada se parece al liberalismo originario. Incluso en los países como los de Europa, ¡nos obligan a unirnos para una moneda común! Para que hombres como Soros puedan seguir especulando. Pero más que eso, ¡hasta los partidos laboristas hoy en día suenan más de derechas que Thatcher! El PSOE en España durante el mandato de Zapatero, salvo en algunas cuestiones sociales, era más de derechas que el de Thatcher – el PSOE ya no se interesaba por sus “clientes” tradicionales – los pobres, los trabajadores, etc. Existe una hegemonía ideológica-financiera y los liberales, así como también gentes de izquierdas han aprendido a operar dentro de los límites de ese marco.

Kenworthy dice esto: “Nos guste o no, la economía hiper-competitiva, llena de riesgos y flexibilidad está aquí para siempre ahora”. Pues no, no comparto ese pesimismo. Esa resignación “urbanita” de “es lo que hay” es lo que más impide una revolución socio-liberal y regeneración democrática. El papel más importante que nosotros debemos cumplir es cuestionar ese fatalismo y darle esperanza a la gente de que ¡otro mundo SÍ es posible! ¡Otra España es posible! ¡Otra libertad, una libertad recuperada, SÍ ES POSIBLE! No es “es lo que hay”, sino “es lo que no debe ser Y LO VAMOS A CAMBIAR”.

Los poderes financieros, sin duda, darán guerra. Ellos no se quedan tranquilitos cuando el pueblo exige que se le respete. El poder económico es PODER POLÍTICO y mientras las relaciones económicas se mantengan igual, la voluntad democrática popular será aplastada. Hasta que no cambien las relaciones económicas y el derecho que tenemos frente a poderes NO elegidos, las cosas seguirán igual o empeorando.

Quiero pensar que las ideas que aquí defendemos están a punto de surgir de nuevo en España y Occidente en general. Más allá de mejorar las condiciones de vida para los desfavorecidos y gente sin voz, hay que difundir más nuestras ideas. Hay motivos para sentir esperanzas – más y más jóvenes se están dando cuenta de que tenemos un sistema que no nos representa ni nos respeta. Que se avecina un conflicto social de clases. También nuestra generación JAMÁS pedirá “menos estado” y menos programas sociales. Nosotros entendemos el liberalismo de otra manera. Tampoco funcionarán los argumentos nacionalistas porque no tenemos el nivel de racismo y hegemonía cultural de nuestros abuelos que sí aceptaban sin dudarlo argumentos como que la culpa de todos nuestros males es del negro en la puerta del supermercado. Pues no – el negro que ves a la puerta del supermercado en España está aquí por el mismo motivo que tú no llegas a fin de mes y trabajas en un empleo de mierda – porque nos gobiernan los mismos intereses. A la troika y a esos intereses financieros les importa un bledo tu querida España y patria, lo único que les interesa es generar beneficios y si tienen que llenar al país con todo el continente africano, lo harían si eso significa más dinero.

Organízate y lucha para reconquistar el poder y recuperar la democracia que hemos perdido.


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