¡Buenos días! Esta primera semana tras el fin de las fiestas navideñas aún seguimos motivados con nuestros buenos propósitos de Año nuevo. ¿Cuánto tiempo tardamos en desmotivarnos y dejarlos para el año que viene, con el nuevo subidón? Esto va a depender de la fuerza de voluntad de cada uno y del camino que hayan tomado para conseguir dichos propósitos. Normalmente estos propósitos están encaminados a cambiar hábitos que sabemos no son del todo adecuados siendo los más típicos dejar de fumar, bajar de peso, hacer más ejercicio, ser mejor persona, ser más solidario, etc. ¿Qué propósito es el que nos interesa en este blog? Por supuesto el de bajar de peso. Múltiples noticias anuncian que las consultas se llenan de gente que quiere perder peso; a pesar de ser una noticia no es una novedad y de hecho, es lo que se tiene que hacer. Para alcanzar este objetivo lo mejor es ponerse en manos de profesionales que nos ayuden y nos motiven en el momento en el que las fuerzas flaqueen. El error está cuando queremos hacerlo por nuestra cuenta con la típica frase “no, si yo sé lo que hago mal” o “nada, yo me quito el pan, la pasta, las salsas y los dulces, como todo a la plancha y ya bajo de peso”, o peor aún, empezando una dieta milagro (porque hoy en día sabemos perfectamente que es milagro). Sin embargo no quería yo entretenerme en este punto de las dietas milagro o en cómo alcanzar nuestros propósitos, al fin y al cabo debemos crear un hábito de ese propósito para que nuestro cerebro registre la información y acabemos haciéndolo sin pensar. Mi intención en el post de hoy es cambiar esa idea que tenemos de que para comer saludablemente todo tiene que ser a la plancha y sin salsas, completamente falso. Esto no quiere decir que todos los días nos podamos poner finos comiendo platos calóricos con salsas, lo que significa es que la semana tiene 7 días, cada uno de ellos con al menos 3 comidas… esto son muchas comidas, y existen infinidad de preparaciones y elaboraciones para cocinar los alimentos. Lo más importante es la elección de los ingredientes, cuanto más naturales mejor. Así que, ¿podemos acompañar nuestros plastos con salsa? Claro que sí, aunque con 2 pequeños matices:- Siempre que sean caseras, no comerciales. Las salsas comerciales son las causantes de los desequilibrios y excesos calóricos por la infinidad de azúcares que llevan. - Cantidad. Poder acompañar el plato de una salsa no significa ponernos kilos de salsa y por supuesto, no tomar doble ración de pan para mojar. Siendo imaginativos podemos elaborar infinidad de salsas sabrosas, que realcen el sabor de nuestros platos y adecuadas nutricionalmente (recordad que nos interesa más la calidad de las calorías que la cantidad, siempre dentro de un límite). Consejos:- Controla la cantidad de aceiteque incluyes. Por muchas bondades que tiene el aceite y a pesar de ser una grasa saludable, no debemos olvidar que existe una ración de consumo que no debería sobrepasarse.- Sustituye la sal por especias y hierbas aromáticas, de esta manera puedes crear mil y una combinaciones cada una con un sabor distinto para cada ocasión. - Utiliza productos lácteos desnatados como base de la salsa, por ejemplo yogur, queso o leche evaporada, o incluso caldos caseros de carne, verdura, pescado…- Incluye salsas a base de verduras o legumbres e incluso frutas, por ejemplo salsa de frutos rojos, salsa de cebolla, salsa de setas, hummus, salsa de alubias pintas, guacamole, etc. Algunas recetas:- Salsa cremosa de coliflor- Salsa de verduras- Salsa de eneldo- TzatzikiCon esto me despido hasta el próximo día. ¡Feliz fin de semana!
Realizado por Cristina Vallespín Escalada