El pasado día 10 de diciembre celebramos una efeméride muy importante. Se trata del Día Internacional de los Derechos Humanos, que recuerda el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Un texto que reconoce a todas las personas unos derechos fundamentales por su condición de seres humanos.
Esta declaración nace como reacción a numerosos actos de lesa humanidad que tuvieron lugar durante la Segunda Guerra Mundial. Así, este compendio de 30 derechos y libertades, atañen a todos los seres humanos, con independencia de su sexo, color, origen, religión, o cualquier otra característica. Su adopción reconoce que los derechos humanos son la base de la libertad, la justicia y la paz, y ha sentado la base del derecho internacional de los derechos humanos.
Pero la cuestión es, 71 años después de la adopción de esta Declaración de Derechos Humanos por parte de la comunidad, ¿podemos decir que se respetan y cumplen? La realidad es que, a pesar de tratarse de derechos universales, y de que todos los estados tienen la obligación de promoverlos y protegerlos para todas las personas sin distinción, en cada rincón del mundo se siguen dando múltiples violaciones de los derechos humanos.
En ocasiones estos derechos, que nos dotan de dignidad como personas, se quedan olvidados en un segundo plano. Y lejos de ser garantizados de manera universal, muchas veces se interpretan con una doble vara de medir según a quién sean otorgados.
Derechos, no privilegios
Porque los derechos humanos, no son un privilegio. Todas las personas poseen estos derechos, por el mero hecho de serlo. Y por eso los migrantes que huyen de la guerra y el horror cruzando el Mediterráneo en una barca hinchable, también tienen derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad. Las mujeres que son víctimas de abusos y malos tratos en su propio hogar también sufren una violación de los derechos humanos. Las personas que sufren pobreza extrema, y hambre también tienen derecho a la salud, a la alimentación y a la asistencia médica. Y los 86 activistas defensores de los derechos humanos asesinados este año en Colombia, también eran poseedores de estos derechos inalienables, partiendo del derecho a la vida.
Los derechos del niño son derechos humanos
Los derechos de los niños también son derechos humanos, y por ser menores, además, requieren una especial protección por su vulnerabilidad. Por eso, el matrimonio concertado de una niña es una violación de los derechos humanos. El trabajo infantil en fábricas textiles, de ladrillos, o en el campo, también viola los derechos de los niños. La exclusión de muchos de ellos de la vida escolar por falta de recursos también es un incumplimiento de sus derechos fundamentales. Los niños migrantes, separados de sus padres en la frontera de E.E.U.U. también tienen derechos humanos, como el de circular libremente, o el de ser protegidos y permanecer con su familia.
Como estos, cada día podemos encontrar múltiples ejemplos, que se dan cerca de nosotros, y también en lugares remotos. Existen pueblos, etnias o grupos sociales que sufren sistemáticamente el menoscabo de sus derechos fundamentales. Por eso es importante que, en primer lugar, todos conozcamos bien los derechos humanos y, en segundo lugar, que exijamos su cumplimiento, porque, al fin y al cabo, es asunto de todos.
Fotografía: Juan Díaz - Global Humanitaria