Enviado por Wendy Bernal
Los investigadores demostraron que la oxitocina evita que el alcohol acceda a puntos específicos en el cerebro desde los cuales produce sus efectos embriagadores, puntos conocidos como subunidades delta de los receptores GABA-A.
El alcohol perjudica nuestra coordinación al inhibir la actividad de las regiones cerebrales que proporcionan el control motor fino. La oxitocina evita este efecto hasta un punto que no se podía decir, viendo su comportamiento, que las ratas de los experimentos estaban realmente borrachas.
Este efecto “desembriagador” de la oxitocina aún debe demostrarse en humanos, pero los investigadores planean llevar a cabo estos estudios en un futuro próximo. Ellos sospechan que la oxitocina podría además disminuir las dificultades en el habla y la cognición después de ingerir una cantidad relativamente alta de alcohol.A algunas personas podría preocuparles que un fármaco que disminuye nuestro nivel de embriaguez pudiera animarnos a beber más. Providencialmente, experimentos separados llevados a cabo por los investigadores y otros grupos han mostrado que tomar oxitocina reduce en realidad el consumo de alcohol y las ansias por él tanto en ratas como en humanos. El equipo del Dr. Bowen cree que los efectos de la oxitocina en el consumo de alcohol y las ansias por tomarlo actúan a través de un mecanismo cerebral similar al identificado en el último estudio.Esta línea de investigación podría pues conducir al desarrollo de nuevas terapias, basadas en la oxitocina, para mitigar los trastornos causados por el consumo excesivo de alcohol e incluso tal vez ayudar a combatir la adicción al mismo.