En la entrada anterior hablábamos de los trastornos de la alimentación más comunes, para la entrada de hoy se abordarán las causas o factores predisponentes que pueden desencadenar en un TCA y las distintas modalidades de tratamiento.
Causas de los trastornos alimentarios
Los trastornos de la conducta alimentaria son enfermedades complejas, influenciadas por una gran variedad de factores. Aunque a día de hoy no se puede hablar de una única causa concreta, los estudios apuntan a que su aparición se debe a la combinación de variables biológicas, psicológicas y / o ambientales.
Aunque aún se precisa de más estudios para poder aportar conclusiones y datos con rigor científico, algunos ejemplos de factores biológicos que se han identificado como relacionados en la aparición de un TCA son:
- Problemas hormonales y relacionados con la bioquímica cerebral, en concreto determinados neurotransmisores encargados de regular el hambre, la ingesta y el estado de ánimo
- Factores genéticos (si bien este área precisa de más investigación para determinar con mayor exactitud que genes en concreto y que tipo de relación guardarían con estos trastornos, se sabe que existe una correlación entre ambas variables).
- Índice de masa corporal (IMC), se considera un factor de riesgo indirecto ya que favorece otros factores como una mayor presión hacia la delgadez, mayor motivación para hacer dieta y la insatisfacción corporal
Entre los factores psicológicos y conductuales más relevantes se destacan:
- Interiorización del ideal delgado
- Insatisfacción corporal, es uno de los factores de riesgo más sólidos y también se considera un factor de mantenimiento en los TCA
- Sobrevaloración de la apariencia física
- Presencia de afectividad negativa, como la depresión
- Falta de autoestima
- Sensación de falta de control
- Dificultad para regular y expresar emociones
- Dieta restrictiva: considerada como principal origen y mantenimiento de los atracones
Algunos factores ambientales que podrían contribuir a la aparición de trastornos de la alimentación son:
- Presencia de dinámicas familiares disfuncionales y /o relaciones personales problemáticas
- Profesiones que promueven la delgadez y pérdida de peso o en las que se valora la apariencia física por encima de cualidades o virtudes internas
- Práctica habitual de deportes o actividades con relevancia estética, donde se enfatiza el mantenimiento de un cuerpo delgado para lograr un rendimiento mejor
- Traumas desarrollados durante la infancia o adolescencia, como pueden ser los relacionados con el abuso sexual o el maltrato
- La presión sociocultural hacia la delgadez
- Situaciones o cambios de vitales estresantes
Tratamiento de los trastornos alimentarios
Los tratamientos psicológicos y médicos combinados se consideran la forma más efectiva de tratar la mayoría de los TCA. Está comprobado que la detección precoz ofrece mayores probabilidades para la recuperación y por tanto la eficacia del tratamiento.
En concreto los tratamientos que se han encontrado más eficaces para cada trastorno son:
Anorexia Nerviosa (AN)
– Rehabilitación Nutricional: implica consejo dietético y elementos conductuales para lograr la restauración del peso, fijando los porcentajes de aumento de peso de forma controlada
– Terapia cognitivo conductual: se ha comprobado que la intervención psicológica es más eficaz una vez ha comenzado la ganancia de peso y aunque por sí sola no es suficiente, se considera la piedra angular del tratamiento. La terapia cognitivo conductual para la AN establece como objetivos:
- Favorecer el aumento de peso y la motivación al cambio
- Promover la colaboración de los padres o entorno cercano, mediante el soporte, orientación y asesoramiento, lo que puede implicar terapia familiar y/o de pareja, además de la terapia individual dirigida a la persona que padece AN
- Reestructurar o cambiar las creencias disfuncionales relacionadas con la comida y el peso corporal
- Eliminar la percepción distorsionada de la imagen corporal
- Intervenir sobre el perfeccionismo y la necesidad de control
- Mejorar la autoestima
- Mejorar las habilidades sociales
Bulimia Nerviosa (BN)
Su abordaje terapéutico consta de mayor investigación o al menos de resultados más claros que los logrados hasta la fecha en el abordaje de la AN, de manera que los tratamientos que han mostrado mayor eficacia para la BN son:
– Tratamiento Farmacológico: Los antidepresivos, en concreto los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina como la fluoxetina, se muestran eficaces para reducir la frecuencia de los atracones y vómitos autoinducidos así como los síntomas de ansiedad y depresión asociados. No obstante la medicación por si sola, se ha comprobado no produce efecto en cuanto a otros síntomas centrales del trastorno como son la distorsión de la imagen corporal, la dieta extrema y la sobrevaloración de la imagen corporal y la delgadez. De hecho se ha observado un alto índice de recaídas a largo plazo en pacientes que solo han recibido tratamiento farmacológico.
– Terapia Cognitivo Conductual: dentro del tratamiento psicológico, esta modalidad terapéutica, además de mejorar los atracones y las purgas, también interviene modificando la tendencia a realizar dietas extremas y las creencias disfuncionales sobre el peso y la imagen corporal. Por otra parte, desde la TCC también se busca abordar otros síntomas muy característicos de este trastorno como la baja autoestima y el deterioro en el funcionamiento social. A día de hoy se considera el tratamiento de elección para la intervención en casos de bulimia.
De forma general, esta modalidad terapéutica se estructura en 3 fases cuyos objetivos son:
Fase 1:
– Establecer un buen contacto terapéutico y favorecer la motivación al cambio.
– Ofrecer información sobre la regulación del peso corporal, los efectos de la dieta restrictuva y las consecuencias de las conductas purgativas
– Reducir atracones. Introducir un patrón de ingesta regular generando soluciones alternativas a la purga o conductas compensatorias
Fase 2:
– Mantener los objetivos programados en la fase anterior reduciendo cualquier tipo de dieta, eliminando las creencias disfuncionales asociadas que mantienen dicha problemática
– Introducción progresiva de alimentos suprimidos, suprimiendo la dieta relacionada con “no comer determinados alimentos”
– Suprimir la dieta relacionada con comer “poca cantidad de alimentos” instaurando una ingesta de alimentos más saludable
– Reducir la preocupación e insatisfacción por el peso y la imagen corporal
Fase 3:
– Prevención de recaídas, reduciendo el temor a la recaída, identificando los estímulos disparadores del problema, realizando un repaso de las diferentes técnicas aprendidas.
Trastorno por Atracón (TA)
En cuanto al tratamiento psicológico, las principales técnicas de intervención utilizadas en casos de TA son:
La terapia conductual de pérdida de peso: El objetivo principal es reducir la ingesta e incrementar el ejercicio físico. Esta terapia se centra más en la pérdida de peso que en el atracón en sí mismo. Suele realizarse en formato grupal lo que tiene algunas ventajas respecto a otros tratamientos. No obstante, aunque estos programas ayudan con la pérdida de peso en los pacientes que lo necesitan, sus ventajas no son tan claras a la hora de reducir los atracones.
La terapia cognitivo-conductual: Es considerada uno de los tratamientos más efectivos para este trastorno. Se basa en el modelo de restricción del atracón, según el cual los pensamientos, creencias y preocupaciones en torno a la alimentación, el peso y la figura, son los que promueven un patrón disfuncional de sobreingesta y extrema restricción, de modo que se alterna entre atracones y restricción o dieta excesiva (similar a la BN, pero sin la presencia de conductas purgativas). Por tanto, el objetivo de la TCC se centra en romper este ciclo, mediante la sustitución de este patrón desadaptativo de ingesta por otro más saludable y estructurado a la vez que se modifican las creencias erróneas y pensamientos negativos que favorecen su aparición y mantienen el problema.
Esta terapia puede aplicarse tanto en modalidad individual como grupal, ambas constan de tres fases:
– la primera centrada la identificación de hábitos erróneos de alimentación, mediante el uso de herramientas como los autoregistros
– la segunda consiste en identificar y modificar los pensamientos disfuncionales sobre el peso y la figura
– la tercera y última fase se centrará la prevención de recaídas para mantener los resultados logrados
La terapia interpersonal: A diferencia de la TCC, en lugar de centrarse en los patrones de pensamiento y conducta, se centra en los problemas del ámbito interpersonal del paciente ya que se basa en que las dificultades interpersonales son comunes en personas con TA, que a menudo se aíslan de su entorno social y, como consecuencia, el problema se mantiene, empeorando además su autoestima. Por tanto el objetivo dentro de esta modalidad terapéutica es reducir los atracones mediante la adquisición de habilidades interpersonales más adaptativas que les permitan sustituir las conductas disfuncionales y favorecer o generar una autoimagen más positiva y saludable.
La terapia interpersonal o TIP, consta también de tres fases:
– En la primera, al igual que en las modalidades anteriores, se persigue compromiso con el tratamiento e identificar los estados emocionales negativos derivados de los problemas interpersonales y como esto provoca los atracones.
– En la segunda fase se pretende lograr que la persona comprenda la naturaleza de los problemas identificados y trabaje sobre ellos adquiriendo las estrategias necesarias en función de la naturaleza de los mismos.
– En la última fase, el objetivo es valorar los progresos alcanzados para asegurarse de su mantenimiento y prevenir las posibles recaídas.
Por tanto, existe una fuerte evidencia que apunta la eficacia del tratamiento psicológico en el abordaje de los TCA, en concreto la modalidad con más apoyo empírico parece ser la Terapia Cognitivo Conductual.
Aunque los TCA son enfermedades complejas y en muchas ocasiones presentan síntomas resistentes, es fundamental recordar que existen tratamientos eficaces con los que lograr la recuperación no solo de la salud física sino del bienestar emocional, de manera que el cuerpo no sea un enemigo sino un hogar que merezca la pena cuidar y habitar.
Si quieres leer Desórdenes alimenticios (Parte I) pincha aquí.