Gabriel Orozco, uno de los invitados de lujo de la XI Bienal de La Habana, destacó la labor de equipo realizada con estudiantes del Instituto Superior de Arte (ISA), con quienes realizó una sugerente obra.
En un aparte con la AIN, el emblemático artista mexicano dijo que se logró una atmósfera de creatividad entre todos y un espíritu de colaboración mutua que hizo posible realizar una especie de limpieza de Las ruinas del circo, como se conoce a la inconclusa Facultad de Ballet en el campus universitario.
Precisó que sin la ayuda de jóvenes no hubiera podido desarrollar una obra, que reflexiona sobre el trabajo con el lodo, el polvo, lo que se descubre y oculta durante las manipulaciones del entorno, las sombras y luces, lo cual en conjunto lleva a sutiles indagaciones sobre variados temas.
Subrayó que aunque le habían reservado la Galería Habana para exponer sus piezas, prefirió esta locación y las energías que emergentes creadores en pleno proceso de formación profesional le aportaron a su quehacer y se congratuló por la oportunidad de también aprender con ellos.
El artista cubano Wilfredo Prieto, quien participó durante toda la semana de ese taller creativo, destacó que se trató, sobre todo, de una clase magistral de sensibilidad, durante la cual tuvieron la ocasión excepcional de comprender cómo Orozco opera y manipula su arsenal de recursos.
Dijo que resulta casi imposible adentrarse en las interioridades del quehacer de un maestro de la talla, de quien solo se tienen referencias desde la distancia y que, seguro, esta experiencia cambiará la forma de producir y pensar de las más jóvenes generaciones artísticas en la Isla.
Este famoso mexicano, según el artista brasileño Helio Oiticica, se ubica en una zona de completa accesibilidad porque se trata de un arte de las cosas que vemos todos los días sin mirarlas, en una especie de comunión con el ambiente.
Orozco dijo en una ocasión que se interesa en la vida cotidiana vista como un proceso funcional, en el cual el artista deja de ser creador de formas inéditas para volverse una suerte de desestabilizador de la identidad de los objetos, que al ser intervenidos toman nuevos y movedizos sentidos.
Octavio Borges Pérez
La Habana, 12 may (AIN)
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