Para una provincia como Almería, que uno de sus pilares económicos pueda presumir de apostar por la sostenibilidad de una manera exitosa sin duda es una buena noticia y supone que dicha actividad no merme sus recursos naturales, pudiendo por tanto mantenerse en el tiempo sin generar importantes conflictos.
Por eso, cuando hace varias semanas aparecía la noticia de sugerente titular de “Almería cuenta con el modelo agrícola más sostenible del mundo” la verdad es que surgieron las dudas y pese a la toma de conciencia de las enormes mejoras desarrolladas en los últimos años ¿realmente se puede afirmar de una manera tan tajante que contemos con el modelo agrícola que mejor conjuga con la sostenibilidad o no era sino una dosis de triunfalismo y orgullo hacia lo más cercano?
Pues creemos que, como la canción, depende.
¿Qué engloba el modelo agricola almeriense cuando hablamos de sostenibilidad?
Puede que las dudas sean simplemente de enfoque y ese depende varíe si tomamos de una forma más o menos amplia lo que consideramos el modelo agrícola. No es lo mismo en materia de sostenibilidad tener en cuenta sólo lo relativo a la producción agrícola, sin incluir lo que hay antes (producción de ciertos materiales y disponibilidad de recursos) o después (gestión de residuos, procesos de manipulado, comercialización y distribución) e incluso si se plantea la capacidad de completar los diferentes ciclos de materia y energía, el enfoque C2C Cradle to Cradle. Y ese es un factor clave a la hora de llegar a conclusiones.
Por otro lado, nuevamente llegamos a lo que apuntábamos hace unas semanas en torno a la medición de la sostenibilidad, es difícil encontrar el índice o la suma de los mismos, que sea óptimo y mucho más disponer de datos que lo hagan contrastable entre diferentes modelos. Y con frecuencia (y no tiene por qué ser este el caso del estudio hecho para Almería) se acaba creando índices de sostenibilidad a la medida de lo que se quiere poner de relevancia.
Por tanto, sin conocer alcances e indicadores empleados, difícil pronunciarse.
La Huella de Carbono como un indicador de sostenibilidad de la agricultura almeriense
Uno de los indicadores de sostenibilidad más analizados en TE HAGO ECO para la provincia de Almería ha sido la Huella de Carbono, y puede ser un buen ejemplo para ejemplarizar las dudas.
De un lado, si tomamos el inventario de emisiones difusas y vemos las actividades que dan origen a las mismas, encontramos que la actividad agrícola en su conjunto supone el 7’75% de la huella de carbono de la provincia de Almería, no existen datos sobre la actividad turística, la industria o los servicios, por lo que no es posible saber si su peso en la sostenibilidad de la provincia es similar a su importancia económica.
De hecho, uno de los valores en positivo que se apuntan para señalar el positivo comportamiento en materia de sostenibilidad del modelo agrícola es la capacidad para fijar CO2 o reducir el albedo que tienen los invernaderos de Almería, algo que ha despertado enorme interés.
Sin embargo, nuevamente aquí aparecen los depende, puede que la actividad de los invernaderos arroje un balance positivo en materia de Huella de Carbono pero … ¿se tiene en cuenta en este balance también las emisiones generadas durante la producción de las materias primas que consume un invernadero: bombeo de agua, fabricación de plásticos o fertilizantes …? De nuevo hay que pensar en qué consideramos parte del modelo agrícola y se tiene en cuenta a la hora de medir su sostenibilidad.
Y es que volviendo al ejemplo de la Huella de Carbono, se da la paradoja de que frente a la reducida contribución de la actividad agrícola en Almería, son el consumo de electricidad y la actividad de transporte las que más destacan, suponiendo en conjunto más del 75% del total. Y ojo que en ellas se engloban emisiones asociadas a la actividad agrícola, ya sea el consumo de electricidad como el transporte de sus recursos y productos.
Si pensamos que el transporte de mercancías es por sí solo más del 21% de las emisiones totales, y en un importante porcentaje se relaciona con la actividad agrícola, y que el consumo de electricidad en la agricultura supone el 4% más de las emisiones totales, el cómputo de Huella de Carbono asociada a la actividad agrícola ya rondaría el 20%.
Conclusión, posiblemente no hayamos aclarado mucho los depende, pero si queda claro que hay cuestiones que se están haciendo bien, otras no tanto, y mucho por hacer en materia de recogida de datos, construcción de índices y comparación de resultados para la toma de decisiones, sobre todo si se quiere que la sostenibilidad sea un intangible que aporte valor. Se necesita empezar con eso llamado Big Data aplicado a la sostenibilidad del modelo agrícola almeriense.
Posiblemente este sea un requisito necesario para poder comparar y comunicar, con transparencia y honestidad, el desempeño en materia de sostenibilidad, y es que en comunicar la sostenibilidad también hay mucho por hacer en el modelo agrícola de Almería, pero eso, lo contaremos en unos días.
@tehagoeco
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