Detesto decirlo, pero podríamos aprender de Bilardo

Bianchi habló de la mala suerte.

Qué raro que Bianchi siendo tan creyente de la suerte hubiera sacado de la cancha al amuleto.

En realidad, cuando se reduce a la categoría de Amuleto a un futbolista brillante, no importa qué sucediera, seguro nos perdemos de entender el juego.
Ya lo sufrimos en el 2006 cuando Pekerman, con resultado a favor faltando diez, reemplaza a Riquelme, y Alemania consigue las mejores oportunidades y el gol del empate, después Lehman atajaría todos los penales con un hediondo papelito que guardaba en el bolero.

Decir que la influencia de Riquelme en la cancha, cuando alcanza el nivel de selección que demostró el domingo por primera vez desde la copa libertadores 2013, es indispensable ya que el equipo se adueña de la pelota y mantiene ocupado al rival, decir esto en un país futbolísticamente supersticioso es absolutamente inútil.
Tal vez es más eficaz repetir lo que decía Bilardo respecto de tener a Maradona inmóvil en la cancha. "Con Maradona en la cancha, aunque lesionado e inmóvil, hay por lo menos dos contrarios cerca esperando que termine el partido para pedirle la camiseta". 
Van a decir que quien pidió el cambio fue el jugador, así fue y lo sabemos todos, pero Bianchi podría haber aprendido algo de Bilardo.