Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, un llamado ante la indiferencia social.

"Chachas", "criadas', "sirvientas", "domésticas" y expresiones con una carga de discriminación se usan frecuentemente para designar a las trabajadoras del hogar, quienes tienen uno de los empleos peor remunerados, menos valorado y más carente de derechos en el mundo.

El trabajo doméstico consiste en el trabajo realizado en el hogar y para él, incluidas las tareas domésticas, cuidado de niños y otros cuidados personales. Los movimientos sociales y organizaciones de trabajadoras del hogar que se realizaron con la intención principal de colocar en la agenda pública su situación de discriminación, llamar la atención ante la indiferencia social que enfrentan y reivindicar sus derechos, llevaron a considerar el 30 de marzo como el “Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar”.

Para diferenciar las labores domésticas realizadas en casa, generalmente no remuneradas y realizadas por integrantes de la familia, las trabajadoras del hogar han definido que se les denomine así precisamente porque exigen en primera instancia que se les reconozca como empleadas y que con esta condición, tengan acceso a sus derechos en este sentido.Como cada año la ONU ha dedicado un espacio en su agenda internacional, pero este dia no es para celebrarse o dar regalos, es para visibilizar la problemática y lograr que, por lo menos un día, se hable en los espacios públicos sobre la deuda histórica que se tiene con las mujeres que realizan uno de los trabajos más pesados y muchas veces sin obtener algún ingreso por ello. En México, 9 de cada 10 personas dedicas al trabajo doméstico remunerado son mujeres, es decir, 2.2 millones personas dedicadas a este trabajo son casi todas mujeres. Tres de cada cuatro reciben menos de dos salarios mínimos, la mitad trabaja más de 35 horas a la semana y el 76.1 carece de toda prestación laboral, pues es uno de los trabajos menos valorados en todo el mundo. 
Basta de ver este trabajo como algo sin valor, basta a la explotación, racismo, marginación y abusos de los que son víctimas. Basta de llamarlas con expresiones discriminatorias. La cuestión es tan simple como darles el respeto y derechos laborales que se merecen, de crear conciencia de que su trabajo es igual de importante y valioso como cualquier otro, y que empezando por la propia familia se respete y contribuya con este trabajo.