Dicen que a través de las palabras el dolor se hace más tangible. Que podemos mirarlo como a una criatura oscura, tanto más ajena a nosotros cuanto más cerca la sentimos. Pero yo siempre he creído que el dolor que no encuentra palabras para ser expresado es el más cruel, el más hondo, el más injusto. Pasé mi vida amando a una mujer que amaba a otro que no la amaba, sino que amaba a otra de la que nunca supo si le correspondía. Era un tiempo en el que miraba al futuro con más esperanza que miedo.
A los que aman. Isabel Coixet (1998).