Revista Cultura y Ocio

Dieciocho años

Publicado el 17 diciembre 2021 por Molinos @molinos1282
Dieciocho años
Ya está. Ya hemos llegado. ¿Y ahora qué? ¿Qué se hace con una hija de dieciocho años? ¿Qué te escribo? ¿Qué te digo? No me preocupa avergonzarte porque ya sé que no lo hago. ¿Te acuerdas de todas esas personas que me decían: «cuando sean mayores y vean lo que dices de ellas, ya verás»? No te acuerdas pero estaría genial decirles a todas: Ya son mayores y les encanta todo lo que he escrito de ellas. A lo que iba, que no sé que escribirte y el motivo no es la vergüenza ni el ridículo. La razón de mi parón creativo es que llevo dos semanas copiándote en un cuaderno todos los posts que te he escrito por tu cumpleaños durante catorce años y he descubierto, bueno, más bien he comprobado, que me repito. Me he propuesto en esta entrada no decir que tienes los ojos azules, ni que me encanta tu risa, ni lo orgullosa que estoy de ti, ni lo fuerte que eres, ni que eres la persona cuyo dolor me causa más tristeza ni la persona que más me conmueve. Vaya, ya lo he dicho. 

Dieciocho años. Uno detrás de otro. Tampoco puedo decir lo que he dicho siempre, que no se me ha pasado rápido. Eso también lo he repetido mil veces. Me gustaría viajar en el tiempo a diciembre de 2003 y a mi yo de aquel día, a mi yo que te había vestido con un pijamita blanco y un abriguito con capucha puntiaguado con el que parecías un gnomo, a mí yo que te miraba pensando "parece una estrella de cinco puntas". A ese yo, al que tenía 30 años y pensaba «¿cuando hará algo? ¿cuándo podré interactuar con ella?», me gustaría susurrarle «espera seis mil quinientos setenta días y verás». 

Acabo de caer en la cuenta de dos cosas: que nunca he contado que caminas con los pies a las dos menos diez y que ya sé lo que mi yo de 30 años pensaba cuando te miraba. Hasta hoy creía que suspiraba por verte crecer, porque hicieras algo. Ahora lo he visto claro, he tenido una epifanía, mi yo de 30 años quería saber quién eras, quién ibas a ser. 

Hoy, después de esos seis mil quinientos setenta días, ya sabemos quién eres.  Todos estos años han sido una especie de unboxing eterno, un desembalaje por adición y no por sustracción. De aquella pequeña estrella gritona de color gris (sí, cariño, cuando naciste eras gris) has ido creciendo y sumando experiencias y situaciones y vidas y dramas y alegrías y dolores y secretos y quiero creer que algo de lo que yo he hecho, hasta llegar a donde estás hoy, a lo que eres: una mujer increíble. 

Ya sabemos quién eres y estamos felices. En este año tan raro en el que nos hemos convertido en Las chicas Gilmore porque nos pasamos el día corriendo y reservándonos ratos, para estar solas, en los que no nos da tiempo a contarnos todo lo que queremos, vamos a disfrutar de haber llegado hasta aquí. Es impresionante verte, verte saber quien eres y disfrutarlo. Te aseguro que eso no le pasa todo el mundo. Has llegado a la Universidad y estás como si te hubieras quitado un peso de encima, como si hubieras alcanzado una meta, como si hubieras llegado a dónde querías. Es mágico verte tan contenta. A partir de ahora solo te queda ser cada vez más tú, cada vez más increíble y especial. Sé que vas a decir que eso lo dicen todas las madres pero también sé que sabes que eso da igual, lo importante es que te lo diga la tuya. 

Dieciocho años hasta aquí. Ha sido un camino chulísimo y lo he dejado lleno de miguitas de recuerdos y notas para que no se nos olvide nunca, para que puedas recordar siempre como llegaste a ser quien eres.

Felices dieciocho, princesa de los ojos azules. Creo que desde el año en que te regalamos un pijama de Spiderman ningún cumpleaños te ha hecho tantísima ilusión como este. Disfrútalo. Ya puedes hacer tu propios bizum.

¿Puedes empezar a cerrar la puerta del baño, por favor? Yo creo que como broma de la infancia ya es suficiente.


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