Revista Cine

Diplomacia

Publicado el 12 noviembre 2014 por Apetececine

Por Dani Arrébola 

Un diálogo dopado de dos actorazos

75 años cuenta ya en sus carnes el bueno y respetado de Volker Schlöndorff y, de esa cuenta que serviría para celebrar bodas de diamante,  buena parte de ellos los ha dedicado a dirigir películas. A estas alturas, no hace falta discutirlo, pero sí que viene bien recordarlo de vez en cuando: Schlöndorff fue y sigue siendo uno de los cineastas claves entre el llamado “nuevo cine alemán”. Sus obras son siempre ricas en reflexión y presentan conflictos profundamente humanos en medio de contextos con rigurosos análisis históricos.  Además de en su archi-premiada y acertada El tambor de hojalata (Oscar y Palma de oro en Cannes en 1979), el cineasta teutón, en esas tramas con kilogramos de historia de su país, ha sabido plasmar su arte exclusivo en cintas como El silencio tras el disparo (2000), El noveno día (2004), o la que era hasta día de hoy su último estreno, La mer à l’aube (Calm at sea) (2011). Ahora, mediante capital francés, Schlöndorff vuelve a la carga con Diplomacia, cinta que unirá esa hermosa París en sus últimos días de ocupación nazi en 1944, junto a una decisión trascendental.

DIPLOMACIA
Basada en hechos reales y en la adaptación de la obra teatral de Cyril Gely, Diplomacia plasma una entrevista: el general Choltitz (Niels Arestrup), está al mando de las fuerzas nazis en París y se le encarga la orden, desde el alto mandamiento de Hitler, de destrozar la bella capital parisina -sin otro propósito aparente que derruir todo lo que pueda llevarse por delante- mediante la carga de explosivos estratégicamente ubicados. El cónsul sueco, Raoul Nordling, (André Dussollier), aprovechará la amistad que le une al general para convencerle, reunidos en el hotel Meurice, de que no lleve a cabo este malvado e inútil plan.

Estamos pues ante una película orquestada para que la sujeten dos actores, que en este caso demuestran ser dos actorazos, en especial Niels Arestrup, convincente y conmovedor en todo momento. Schlöndorff demuestra su ingenio al perfilar un ritmo con tensión in crescendo que no decae en ningún momento y la mejor prueba de ello es que a uno no le importa cuánto dure y se extienda esa dialéctica, que no deja de ser el cemento y la fachada de prácticamente toda la película.

DIPLOMACIA
Y a pesar de que la película envuelve con solvencia y magnetismo su abundante dialéctica, sería hacer demasiada vista gorda si no advertimos de las dichosas fisuras tan difíciles siempre de evitar por el coladero de la pantalla. Estas rendijas las encontramos por su acelerado y escueto final, que parece deliberarse con algo de prisa por terminar esa disyuntiva entre si apretar el botoncito que ha de destruir la ciudad más bonita del mundo ( y de paso unos cuantos siglos de belleza arquitectónica), o no pulsarlo y dejar sin cárcel a la conciencia moral que ha de mantener alguien del partido nazi pero con buen corazón, como de forma inmediata advertimos que es el personaje de Arestrup.

Diplomacia brinda una buena opción sobre todo para aquellos amantes del cine político: estos no saldrán saciados pero sí satisfechos de 84 minutos de buen temple narrativo. Lo último de Schlöndorff, vuelve a mostrarse como un buen remedio para calmar los titubeos y disipar esas dudas que aparecen cuando uno no sabe muy bien a qué sala entrar de las que ofrece el amplio abanico de esta cartelera otoñal.

Puntuación Ránking Apetece Cine: 5,7 


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