Suena estos días el clamor ciudadano de ollas y pitos en las calles contra un orden que nadie ha escogido pero que todos sufren, un sistema capitalista cuyos errores ya no puede maquillar un boom económico del ladrillo que una vez desinflado ha dejado al país en calzoncillos. Sin embargo las protestas no son nada nuevo, como ocurre muchas veces la cultura, el pensamiento, había venido advirtiendo de los peligros de una globalización económica poco dada a tener en cuenta el factor humano en su ecuación. Nuestro director de la semana ha explorado como pocos este progreso deshumanizador que tolera sin problemas la existencia de unos bajos fondos considerados mal menor. Su filmografía es un ejercicio de imaginación en que se reconocen verdades demoledoras. Con todos ustedes el Valle Inclán finlandés ¡Aki Kaurismäki!
El perdedor moderno
Hierático, sumido en un profundo aislamiento, desconectado del mundo que le rodea. Así imagina Kaurismäki al hombre que esculpe una sociedad capitalista que no entiende más que de ganancias y pérdidas. Quizás por ello se ha comparado su estilo con el cine de Robert Bresson, con quien indudablemente comparte muchas cosas pero cuyas reflexiones iban por otro camino. El individuo que habita el mundo del director finés es poco más que una vieja pieza de un inmenso engranaje, desechada sin contemplaciones. Son los bajos fondos que se sitúan un escalón por debajo del proletariado, un pozo del cual difícilmente se puede escapar. No hay lugar para la espiritualidad que buscaba Bresson, pues para Kaurismäki dios es simplemente otra broma macabra de la vida. El hombre moderno que encuentra el fracaso está condenado a vagar en soledad, y solo el amor podrá salvarle de este terrible destino, ya que despertará en el sentimiento de compartir algo, por muy pequeño que sea.
Los espacios modernos
Las películas de Kaurismäki tiene lugar en aquellos espacios por los que el cine suele pasar de largo. Vertederos, barrios obreros grises y anodinos, casas apenas amuebladas por donde a duras penas se cuela un poco de luz, tugurios al estilo bar de Moe, solares repletos de cascotes de edificios derruidos…son los espacios que conforman una realidad muy palpable, la de los olvidados por el bienestar capitalista, o más bien sobre los que se sustenta en gran medida el mismo. Como dice la protagonista de “Contraté un asesino a sueldo”: Los obreros no tenemos patria. Da igual que filme en su Helsinki natal, en Londres o París, el director finés siempre encuentra estos lugares ya que para él son un símbolo estético – o anti estético según gustos- del progreso, de la misma manera que lo puede ser un Starbucks en Manchuria o el último hotel cinco estrellas en la Quinta Avenida.
El trabajo
Uno de los motivos temáticos fundamentales en la obra de Aki Kaurismäki es la relación de sus personajes con su trabajo, o la ausencia del mismo. Es a través de lo que se definen, y lo que les mantiene esclavizados, ensimismados en una existencia que no da para más. Aquí también muestra escrupulosamente los procesos rutinarios que convierten al hombre en una pieza más del engranaje que comentábamos anteriormente. Sirva como ejemplo la increíble introducción al personaje protagonista de “La chica de la fábrica de cerillas”
La música
En las películas de Kaurismäki se habla poco pero se escucha mucho, y a pesar de que su estilo suele catalogarse como minimalista, en realidad crea unas composiciones audiovisuales realmente ricas. En este sentido tiene una importancia fundamental la música, a partir de la cual se concibe la atmósfera de muchas escenas, en un ejercicio similar al que realiza Bela Tarr en sus películas. En muchas de sus películas utiliza la música en directo como acento narrativo, un recurso que sabe explotar a la perfección y con el que ha contado, entre otros, con el mismísimo Joe Strummer.
Kaurismaki habla
No es un director muy dado a las entrevistas, y visto el siguiente testimonio a una televisión francesa allá por 1990 se entiende el por qué. Una entrevista a dos bandas con Albert Serra y Aki Kaurismäki ha de ser la monda:
Sus Películas
Imposible hacer una selección de la extensa filmografía del director finés. Os invitamos a que exploréis maravillas como “Contraté un asesino a sueldo”, “La chica de la fábrica de cerillas”, “Luces al atardecer”, “Juha”, “El hombre sin pasado”, “Historias de la Bohemia” y otras tantas otras. Probablemente lo mejor sea atacarlas sin un plan concreto, ni cronológico ni temático. A por ellas.
Su último proyecto
Se llama “Le Havre” y ha causado sensación en el festival de Cannes 2011. Muchas ganas de que llegue a nuestro país (la estrenará Golem probablemente a principios de 2012) y así podamos disfrutar de la que dicen es su película más redonda hasta la fecha, lo que en un director con apego por las aristas no sabemos si será bueno o malo. Os dejamos con el tráiler: