Revista Cultura y Ocio
Dirty Dancing, el musical que te hará bailar
Publicado el 11 enero 2017 por Rincondesastre @ElrincnDesastre¡Menudo regalo de Reyes! No os podéis imaginar lo mucho que he disfrutado de este par de entradas. Es casi como un sueño realidad y os aseguro que estoy escuchando la BSO de Dirty Dancing mientras estoy escribiendo esta entrada. ¡No podía ser de otra manera! Siéntate, relájate y te diré lo mucho que me ha gustado este musical.
Mi corazón casi se paró de golpe cuando vi el par de entradas salir del envoltorio y me puse a saltar de la alegría al instante. ¡Iba al musical de "Dirty Dancing! Esa película que he visto desde pequeñita y que no exagero si digo que la he visto unas cuarenta veces. Y justo el día después de Reyes. ¿Puede haber regalo mejor?
Mis nervios iban en aumento a medida que se acercaba la hora y apenas podía quedarme quieta en el asiento. Desde el palco se ve perfectamente bien y te aseguro que lo disfrutas como una enana. Una pequeña banda para amenizar el tiempo de espera y un "Stand By Me" para cerrar el ciclo.
Las luces se apagan, las cortinas y las puertas, se cierran. Empieza el espectáculo que siempre has querido ver y escuchar. "Nos trasladamos al verano de 1963..." y así damos rienda suelta a dos hora y veinte minutos de espectáculo. ¡Apagad los móviles porque vais a disfrutar como nunca antes!
El musical nos guía a través de cada una de las escenas de la película. Desde el baile lastimoso entre Baby y el nieto de Max, pasando por la "famosa" escena de los melones y metiéndonos de lleno en el entrenamiento con Johnny. Aprender a bailar nunca y digo nunca... ¡Fue tan divertido!
El público estaba entregado con cada canción, cada coreografía que Cristián Sánchez y Amanda Digón interpretaban en sus papeles de Johnny y Baby, respectivamente. Mis ojos estaban clavados en el escenario, mis pies moviéndose por instinto con la música y de vez en cuando mis labios cantaban la canción. ¡En bajito!
La tensión aumenta cuando el padre de Baby se entera de todo y cuando la pareja inicia su relación. Y ahí viene el único parón de la obra. Las luces se encienden, las personas se levantan y aprovechan para comentar, irse a la cafetería, etc... Pero pronto las luces vuelven a apagarse y vemos el resto de la obra.
Las cosas se complican para nuestros dos protagonistas y asistimos también a escenas muy cómicas. La de Lilian Cavale, que interpreta a Lisa Houseman, cantando a pleno pulmón justo antes de la función. O los actores instigando a los espectadores a que participemos.
Solo diré que los aplausos salían espontáneos. Era terminar una escena única de "Dirty Dancing" y la gente (yo incluida) estallaba en aplausos. Incluso con los saltos de prueba en ese agua improvisada. ¡Excelentes los "efectos" visuales que nos han dejado y que demuestran lo mucho que se han currado la obra.
También hemos podido ver escenas que no son de la película, pero que son necesarias y que no desmerecen esta obra. Y entonces llegamos a ese fatídico momento, donde suena "She's Like the Wind" como melodía pero sin la voz de nuestro querido Patrick Swayze y contemplamos cómo Johnny se marcha.
La tristeza se instala en nosotros y casi se nos ponen los pelos de gallina con esa escena. Pero sabemos lo que está por venir, esa Baby sentada en el rincón en la última noche, y miramos por el lado donde veremos aparecer a Johnny. ¡Sorpresa! El actor camina por el pasillo central hasta el escenario y ahí suelta la bomba o más bien la frase que será la bomba.
"No dejaré que nadie te arrincone" y ahí todos estallamos en aplausos. No hay nada, ninguna otra frase, que defina tan bien "Dirty Dancing" como esa. A partir de ahí, un espectáculo digno de mencionar y que hace latir nuestros corazones y también nuestras palmas.
Ver a Baby y Johnny bailar sobre el escenario es casi como verles en la película. Estamos eufóricos, nuestras riendas sueltas y entonces llega el momentazo. ¡Ese salto! El que hemos visto mil veces, siempre al ritmo de "(I've Had) The Time Of My Life" y que cierra el colofón. Baby se alza en el aire con Johnny cogiéndola firmemente y ahí sí. Nos revolucionamos, aplaudimos, nuestro vello está de punta y alguna lagrimita seguro que está por caer.
La historia cierra un ciclo único y esperado. Pero no por ello menos sorprendente. Un musical que nos deja, no solo excelentes actuaciones y un guión increíble, sino una banda sonora que ya quisieran muchos. Todavía vibro con ese "Hungry Eyes" de Eric Carmen, con "Stay" o "Be My Baby".
Mi mención especial a Brigitte Emaga, Sergio Arce y Pedro Ekong por esas voces tan excepcionales. He salido con un buen sabor de boca, con una ilusión en el corazón que no puedo describir o que he intentado plasmar en esta entrada. Un sueño hecho realidad, así podría catalogarlo.
Una experiencia que tiene que vivirse, si eres fan de la película o si no lo eres. Te gustará solo por el talento que destila. Yo lo recomiendo al 100% y, si puedo, juro que lo volveré a ver porque jamás pasará de moda esta historia.