Bueno, bueno, el caso de Kent, curioso al menos, ya que haciendo como el señor Manolo García (no musicalmente, claro), no salir de un patrón predefinido, van entregando disquitos bastante asiduamente, y todo eso sin recibir palos de la crítica más sesuda y tendenciera, ni del público supuestamente o mal llamado indie, y eso es algo tan difícil de entender como las letras de sus canciones.
Siguen cantando en su idioma natal, el sueco, pero hay algo aquí que huele un poquito, y es que se están "coldplayzando" en algunos casos, en que el abuso de teclados y épica gratuita consigue hartar.
Todo y con eso, son capaces de entregarnos temazos irresistibles como Lat Dom Komma, la pegadiza Petroleum, que podría colar como canción de Phoenix tranquilamente, o con otra incursión numerológica en sus canciones con 999, con las dosis de ritmo y emoción necesarios para que se queden en nuestro jeto por un tiempo.
Vaya, que si nos ponemos a pensar fríamente, como siempre, dos o tres canciones perfectas que se te graban en mente y oído, y el resto, más bien relleno, (aunque mejor este relleno que el de otros muchos).
Un disco que me provoca apego y contradicción a partes iguales, aunque lo realmente bueno de esto es que no nos deje indiferente, ¿no?.