Personalmente este vecino del mundo va a procurar no cruzarse este verano con grupos de turistas alemanes, por miedo a que se le hinche la vena del cuello, al modo de la Patiño de la Cadena Alegre, y les baile un sirtaki, acabando la actuación con un gran y firme corte de mangas. Y es que, a mí desde pequeñito me enseñaron eso de “vive y deja vivir”, y no el modelo alemán que parece ser “vive y que los demás vivan para ti”.
En días como hoy, que uno siente una curiosa mezcla de hartazgo y un dilatado y silencioso ataque de nervios, sería gozoso que la gente se comunicara con “tweets” porque así los mensajes serían más cortos y de forma más cuidada. Eso, o que fuera un eterno San Valentín. Porque quizás ese día está más ligado a los susurros y a las risas, pero nunca a los gritos.
Este vecino está un poco harto del llamado “milagro alemán”, que llegados a este punto, da más la impresión de ejercer exorcismos en lugar de milagros. Y ya se sabe que los exorcismos siempre están ligados al demonio, del cual nos han enseñado que puede adquirir diversas formas…y a mí personalmente, a este vecino del mundo, se le están ocurriendo unas cuantas, y ninguna buena, especialmente desde que ha visto por internet a una Ángela Merkel dura y fría con una niña palestina que le pide ayuda para su familia que se encuentra de manera irregular en el país. Queda más que evidente, ante esa escena, que en el diccionario de la Señora Merkel no existe la palabra "empatía", aunque ella lo disfrace de "hacer lo que se tiene que hacer".
*FOTO: DE LA RED