He de decir para comenzar con este post que nunca he sido muy fan del Dogme95 y su sacrosanto Manifiesto, por lo que si tú, lector, lo eres, no vas a coincidir con mi opinión en absoluto.
Durante algún tiempo, este estilo cinematográfico resumía para mí varias premisas: pedantería, presuntuosidad, aburrimiento, y decadencia. Cada cinta que venía avalada por el diplomita de marras inspiraba en mí toda la desconfianza del mundo, por no decir, una total inapetencia. Todavía recuerdo aquel estreno de “Julian Donkey Boy (1999)”, … en fin, qué deciros de ella…. Fue terrible, únicamente soportable por verla en compañía. El principio del fin de Chloë Sevigny.
Pero no es menos cierto que, con el paso de los años, he ido descubriendo joyitas clasificadas bajo este nombre que me han sorprendido gratamente. La muy recomendable “La Celebración - Festen (1998)” de Vintenberg (entiendo la emoción de crear todo un movimiento estético a partir de ella porque es francamente impresionante la manera de construir ese ambiente viciado y lleno de desasosiego), o “The king is alive (2000)”. Si tuviera que dar un consejo a alguien que quisiera aproximarse al cine de Von Trier (se dice como se lee, no digais Trayer en público si no queréis que se ría todo el tendido) les recomendaría no hacerlo a sus obras de cine Dogma. “El jefe de todo esto (2006)”, “Dogville” o “Rompiendo las olas” son mucho mejores opciones para empezar.
Pero en el caso que me ocupa ahora mismo, no puedo tener una opinión más diferente a la del caso de Trier. Ayer mismo aproveché para ver dos películas antagónicas de una misma directora. Después de ver “Wilbur se quiere suicidar (crítica publicada en este mismo blog ayer)” decidí darle una oportunidad a Lone Scherfig y a su vertiente Dogma y me preparé para una sesión de “Italiano para principiantes (2000)”.
Reconozco que me encantan las películas dramáticas con vis cómica porque son como la vida misma. Por eso, esta película coral de historias entrelazadas resulta tan encantadora; personas con existencias grises que encuentran en sus clases vespertinas de italiano una vía de escape.
¿Qué no esperar? La típica película Dogma sin pies ni cabeza, con poca luz y diálogos imposibles de seguir. Los personajes son sencillos y sus historias también. Poco oscurantismo, lo que hace que su designación dentro de este grupo resulte poco verosímil, y lo digo como un halago para Scherfig. Ahora me toca acabar con "An Education" otra obra suya de las de bombo y platillo que espero no resulte frustrante.