Nos encantan los bares, y este es de los que deja huella. Después de recuperar para disfrute de todos La Carmencita, una de nuestras tabernas con más solera, Carlos Zamora se atreve de nuevo con la rehabilitación de un concepto casi olvidado y se mete de lleno en una tasca de toda la vida en el barrio de Chueca.
Celso y Manolo fueron, en los 70, los primeros propietarios de este local, aunque en la fachada del número 1 de la calle Libertad el nombre que lucía era el del restaurante Argüelles. Conocedores del proyecto de La Carmencita, hoy día uno de los locales de moda de la capital pese a conservar toda su esencia castiza, ambos no quisieron, tras su jubilación, traspasarle el negocio a otro que no fuera Zamora, que ha vuelto a superarse a sí mismo con la reinvención de este bar de barrio.
Es una tasca y, como tal, conserva todos sus elementos propios. Celso y Manolo se aleja del concepto de taberna y casa de comidas para revivir el más puro espíritu de barra, de aperitivo y de pequeñas mesas con banquetas para tomar un rico tapeo.
El vermú, por tanto, es el rey. Uno muy especial, del Montsant, macerado con decenas de hierbas aromáticas y con una limitada producción anual. Y es que por mucho que hablemos de una sencilla tasca, la labor de su nuevo propietario, como ya ocurrió con La Carmencita, es la de poner en valor unos excelentes productos y alejarse de esa idea preconcebida de lugar sucio y descuidado.
Así, encontraremos los sabores de antaño, sí, pero en formato de autor, cuidados hasta el extremo y siguiendo las tendencias ecológicas de pequeños productores españoles. Alitas de pollo, empanadillas de bonito del norte, bocadillos históricos como el pepito de ternera o el de calamares, revueltos de huevos de gallinas felices, buenos pescados (como el bacalao o el atún de almadraba), caza, marisquito asequible y, como no, una gran selección de la huerta y conservas que se entremezclan en platos fríos preparados en vivo en la barra.
La barra. Ese lugar central, protagonista de un espacio en el que también se combina tradición y vanguardia gracias a la cartelería vintage, los menús a modo de antiguos periódicos y los neoyorquinos puntos de luz. Ocho metros de barra para reunirse y alargar el aperitivo hasta terminar con un café de puchero, pasando de los bitters a una amplia carta de vinos naturales e, incluso, una original oferta coctelera. El éxito del castizo maridaje con cualquiera de las 70 recetas que Celso y Manolo presenta está más que asegurado. ¡Que vivan los bares!
Libertad, 1. Tlfn. 91 531 80 79