Está volviendo loco a medio mundo la ópera prima de Nicolas Provost. Desde su estreno en los Venice Days de la Mostra y su posterior paso por Toronto hay quien se sumerge de lleno en un bello y oscuro sueño o hay quien queda atrapado en una horrible pesadilla. ¿Nosotros? Ni conciliamos el sueño, aunque mientras lo intentemos, no podemos evitar sentir el gusanillo por imaginarnos aquello que finalmente nos depare“The Invader.”
¿De qué va?
Amadou, un africano fuerte y carismático, es arrastrado por el mar a una playa del sur de Europa. El destino lo lleva a Bruselas, donde, lleno de optimismo, trata de labrarse un futuro mejor. Explotado por los traficantes, la rutina diaria le va desposeyendo poco a poco de sus esperanzas, hasta que conoce a Agnès, una hermosa y brillante mujer de negocios. Ella queda seducida por su encanto y fuerza de carácter, mientras él proyecta todas sus esperanzas y sueños en ella. Sin embargo, la ilusión desaparece rápidamente y Agnès rompe el contacto con Amadou, que poco a poco se hunde en una violencia destructiva.
¿Quién está detrás?
Excelente artista de la imagen extraña cuya web está coronada por la magna escena de la marea de sangre de El resplandor. Lo suyo son los videoclips.
¿Quién sale?
Su nombre es Sacha Galperine
¿Qué es?
Naufragio + Sólo contra todos
¿Qué ofrece?
Porque “The Invader” no te lo pone nada fácil y te lo advierte desde su impactante escena inicial, en la que asistimos en primer plano al vello púbico de un desnudo para acabar en el dramático desembarco de una patera. Es así como entramos (o no) en un sueño que trata de desnudar de toda capa posible al inmigrante que viene a Europa para mostrarnos que pasa cuando se pierde lo único que nos queda si lo hemos perdido todo; la dignidad. Concepto sobre el que Provost monta su propio dispositivo, concebido como un sueño en el que deambula nuestro protagonista, al igual que el film y al igual que nosotros si no cogemos buena postura. Ciudades desnudas, escenas completamente surrealistas, constante y nervioso movimiento de cámara, colores opacos y estructura muy prieta con un desarrollo de trama que derrapa en círculos y en el que transita un personaje principal que únicamente puede aspirar a tener su momento de gloria, al igual que la propia película, que en mi caso no me ha dejado dormir nada bien pero que reconozco que nos abre nuevas puertas en el cine de denuncia narrativo. No es la película que nos gusta, si el cine que amamos. Y a todo esto sigo teniendo el “Naufragio” de Pedro Aguilera en la cabeza. Ambas se llevarían de fábula, el suyo sería un programa doble de armas tomar.
Amadou, un africano fuerte y carismático, es arrastrado por el mar a una playa del sur de Europa. El destino lo lleva a Bruselas, donde, lleno de optimismo, trata de labrarse un futuro mejor. Explotado por los traficantes, la rutina diaria le va desposeyendo poco a poco de sus esperanzas, hasta que conoce a Agnès, una hermosa y brillante mujer de negocios. Ella queda seducida por su encanto y fuerza de carácter, mientras él proyecta todas sus esperanzas y sueños en ella. Sin embargo, la ilusión desaparece rápidamente y Agnès rompe el contacto con Amadou, que poco a poco se hunde en una violencia destructiva.
¿Quién está detrás?
Excelente artista de la imagen extraña cuya web está coronada por la magna escena de la marea de sangre de El resplandor. Lo suyo son los videoclips.
¿Quién sale?
Su nombre es Sacha Galperine
¿Qué es?
Naufragio + Sólo contra todos
¿Qué ofrece?
Porque “The Invader” no te lo pone nada fácil y te lo advierte desde su impactante escena inicial, en la que asistimos en primer plano al vello púbico de un desnudo para acabar en el dramático desembarco de una patera. Es así como entramos (o no) en un sueño que trata de desnudar de toda capa posible al inmigrante que viene a Europa para mostrarnos que pasa cuando se pierde lo único que nos queda si lo hemos perdido todo; la dignidad. Concepto sobre el que Provost monta su propio dispositivo, concebido como un sueño en el que deambula nuestro protagonista, al igual que el film y al igual que nosotros si no cogemos buena postura. Ciudades desnudas, escenas completamente surrealistas, constante y nervioso movimiento de cámara, colores opacos y estructura muy prieta con un desarrollo de trama que derrapa en círculos y en el que transita un personaje principal que únicamente puede aspirar a tener su momento de gloria, al igual que la propia película, que en mi caso no me ha dejado dormir nada bien pero que reconozco que nos abre nuevas puertas en el cine de denuncia narrativo. No es la película que nos gusta, si el cine que amamos. Y a todo esto sigo teniendo el “Naufragio” de Pedro Aguilera en la cabeza. Ambas se llevarían de fábula, el suyo sería un programa doble de armas tomar.