Londres, 24 de julio de 1908. Son las 14:33 de la tarde de un día especialmente caluroso cuando suena el pistoletazo de salida de la maratón de los Juegos Olímpicos. Dorando Pietri, un corredor natural de Mandrio (Italia), empieza la carrera a ritmo lento pero constante. Poco a poco, a medida que los kilómetros se van sumando, Pietri incrementa la intensidad de la carrera hasta que termina posicionándose en segundo lugar. El surafricano Charles Hefferon, quien ha logrado situarse como cabeza de carrera después que el canadiense Tom Longboat abandonase la competición, aventaja en cuatro minutos al italiano. De repente, Hefferon sufre una crisis y se ve obligado a abandonar la competición, el Italiano incrementa todavía más la velocidad.
De los 56 participantes de la maratón solamente llegaría la mitad, entre ellos Dorando Pietri, quien hizo su entrada en el estadio olímpico llevando una buena ventaja respecto a sus contrincantes. Cuando Pietri entró en el estadio en su rostro eran visibles los signos de una fatiga extrema; lo primero que hizo fue tomar la dirección opuesta al sentido de la carrera, los jueces le redirigen y Pietri cae al suelo totalmente agotado. Los jueces lo levantan, Pietri anda unos pasos y vuelve a desplomarse. Ahora es un médico quien también corre en su ayuda, el italiano logra levantarse de nuevo pero tiene que ser ayudado, se desploma de nuevo. El atleta, que no quiere retirarse de la competición, tarda casi diez minutos en recorrer los últimos 350 metros. Finalmente, llega a la meta a las 2 horas 54 minutos y 46 segundos sujetado por un juez. Solamente llegar se desploma por enésima vez y necesita ayuda médica para recobrar el sentido.
Dorando Pietri fue finalmente descalificado por haber recibido ayuda, pero se convirtió en una celebridad debido a su esfuerzo y tenacidad, cuando menos, temeraria.
Hoy día, la nutrición y la ciencia del deporte han evolucionado lo suficiente como para haber sabido crear estrategias para combatir eficazmente la fatiga aguda.
CLASIFICACIÓN DE LA FATIGA AGUDA
1.-Fatiga central: Propia del sistema nervioso central. Éste no transmitiría el impulso apropiado, o con la intensidad apropiada, al músculo, por lo que la contracción muscular no se traduciría en la fuerza concreta que se esperaría o que debería ser. La fatiga central puede ser debida a aspectos psicológicos, como la motivación por ejemplo, o por la mayor o menor presencia de cierto tipo concreto de neurotransmisores como la dopamina o la serotonina.
2.-Fatiga periférica: Afecta a las estructuras contráctiles (tejido músculo esquelético principalmente) provocando el deterioro de la contracción muscular. La fatiga periférica puede ser causada por:
- Un incremento de la concentración de ácido láctico en el músculo (provocando además dolor).
- La depleción de los depósitos de glucógeno muscular: la energía disponible en el músculo disminuye progresivamente, llegando incluso a producir el cese total de la actividad.
- El agotamiento del fósforo a nivel muscular (fosfocreatina), que también disminuye notablemente la energía disponible para el músculo, especialmente en actividades de elevada intensidad y de fuerza.
- Desequilibrios electrolíticos y deshidratación: provocan alteraciones en la concentración de algunos iones hecho que, a su vez, puede afectar a la correcta transmisión del impulso nervioso. También provoca un aumento de la temperatura corporal interna y de la frecuencia cardiaca.
Como bien podemos comprobar, en el caso concreto de Pietri se trataba principalmente de fatiga periférica y no de fatiga central. Los detonantes o factores limitantes del rendimiento, en su caso, fueron más que probablemente la depleción de los depósitos de glucógeno muscular y los desequilibrios electrolíticos/deshidratación. En función de los picos o puntas de intensidad que Pietri alcanzó en distintos momentos de la competición, la acumulación de ácido láctico pudo haber influido en mayor o menor medida en generar tanta fatiga.
La fatiga es un mecanismo de defensa del organismo que pretende garantizar el óptimo estado de salud y equilibrio del organismo. Provocar cierto grado de fatiga y recuperar correctamente es la base fundamental del entrenamiento deportivo; sin embargo, generar una fatiga excesiva y no prestar atención a las señales de alarma que se dispararan en nuestro organismo, es un acto de irresponsabilidad con uno mismo.