Por estas fechas, este blog cumple dos años. Un aniversario que no había imaginado que llegara así, tan rápido, ni de esta manera. ¿Quién iba a pensar que la ilusión del primer día por escribir en este rincón iba a seguir intacta? Podría haberlo celebrado con un gran sorteo, pero no soy de pedir. Soy más de agradecer, que creo que es lo que corresponde en este momento. Gracias por estar al otro lado, algo que nunca habría imaginado.
Hay veces en que me abruma y coarta el hecho de que haya gente leyendo las cosas personales que escribo. Otras es precisamente lo que me da fuerzas para sentarme frente al ordenador a las 11 de la noche. Y el resto, la gran mayoría, lo hago por mí misma: porque escribir me gusta, porque me chifla descubrir cosas nuevas y trastear en Internet, porque me río como una boba tecleando historietas que nos han pasado y porque sigo loca por hacer fotografías, editarlas y ponerlo todo bonito sobre la pantalla. Al menos, hasta lo que llego.
A estas alturas de blog, debería haberle dado un repaso de los buenos a sus tripas, tendría que haberme metido a hacer newsletters, a analizar Google Analytics en serio, a pelearme con más plugins, a hablar con las marcas, a pensar campañas… En definitiva, a profesionalizarmo y sacarme unos dineros ya que estamos. Pero para hacer eso ya tengo mi trabajo.Ahora mismo, hago lo que puedo y quiero con este dominio del que cada día estoy más orgullosa. Esta es mi afición, aunque también me la tome como trabajo. No vivo de este blog, pero este rincón me ha enseñado muchísimo, cosas que aplico a diario en mi trabajo y otros caminos que voy explorando y me llevarán a buen puerto. Y he conocido visiones, opiniones y personas muy valiosas, y eso que me llevo.
Este rincón es lo que es, lo que puede materialmente ser, lo que voy haciendo día a día. Quizá deje de tener sentido en unos meses o quizá tenga carrete para años. O cambie, o se reconvierta, o siga igual. Quién sabe. De momento, muchas gracias a quienes seguís por ahí. Al casi millar de personas que le dieron ‘me gusta’ en Facebook, a quien anda pendiente de mis tuits, a quien dio su mail para desayunarse con mis posts (cómo me acuerdo cada vez que publico de esas personas) y a quien se ha animado a seguirme en Instagram.
A quienes comparten, comentan o le dan a ‘me gusta’, porque es la mejor manera de mostrar apoyo y algo que me hace una ilusión loca. Seguiré con nuestras historias, hablando de crianza, de educación (un tema que cada vez me interesa más), de libros para niños (nos chiflan), de fotografía, de otras cosas interesantes, de descubrimientos…
He estado revisando mis estadísticas para reírme un rato con esas búsquedas raras que hace la gente en Internet y que van a parar en mi blog, como hice en el primer aniversario. Pero apenas he encontrado nada. Ya sólo aparecen ya búsquedas de padres y madres de temas sobre salud de sus hijos, cuestiones de educación, recomendaciones de productos… Cosas muy serias para tomárselas a risa. Búsquedas que yo también he tecleado en Google. Por eso, sigo alucinada de que uno de los posts más leídos en el último año en este blog sea el de la encía negra del bebé (con unas 50 lecturas diarias). Este blog tiene sentido sólo por ese entrada que espero que haya dejado más tranquilas a muchas familias.
Termino con una cifra que me escandaliza: en lo que llevamos de año, el blog lleva 205.700 páginas vistas, unas 658 por día, unas cifras impensables cuando me decidí a abrirlo, allá en noviembre de 2013, y tuvo que inscribir a la fuerza a algunas personas para que me leyeran 😉
Mil gracias por todo, aún sigo abrumada.