Ya en el siglo II antes de Cristo se elaboraban vinos en la comarca del Ribeiro, vinos que incluso llegaron a la mesa de los emperadores romanos. Y los "Vinos de Ribadavia" se exportaban en buena cantidad a Inglaterra, Irlanda, Francia, Flandes...
Tras una larga época floreciente, la región sufre en 1850 la plaga del oidio, a la que se unieron luego el mildiu y la filoxera, con lo que las plantaciones fueron diezmadas, y las variedades autóctonas empezaron a ceder paso a otras más sufridas aunque de menor categoría.
Actualmente, la Denominación de Origen Ribeiro está situada en el borde noroccidental de la provincia de Ourense, en las confluencias de los valles formados por los ríos Miño, Avia, Arnoia y Barbantiño. Cuenta con una extensión de 2.685 hectáreas de viñedos, situados en alturas desde los 75 hasta los 400 metros sobre el nivel del mar, y con suelos fundamentalmente de origen granítico. Entre las variedades de uva tenemos las blancas Treixadura, Torrontés, Godello, Loureira, Albariño o Lado, y las tintas Sousón, Brancellao, Caíño, Ferrón, Mencía, Garnacha tintorera o la omnipresente Tempranillo.
Lagar do Meréns fue fundada en 2011, en las instalaciones restauradas de una vieja bodega. Tienen 3,5 Ha de viñedo propio, en las que se cultivan Treixadura, Godello, Torrontés, Loureira y Lado como uvas blancas, y donde las tintas están representadas por Caíño Longo, Caíño Redondo, Sousón, Brancellao y Ferrón.
30 Copelos 2010 (DO Ribeiro, tinto con crianza, 40% Sousón, 30% Caíño, 20% Ferrón y 10% Garnacha; Lagar do Meréns) se elabora tras vendimia manual, selección en bodega despalillado, maceración en frío durante 24-48 horas, y paso a barricas de 300 y 225 litros de roble francés y húngaro, donde tienen lugar la maloláctica y una crianza de entre 6 y 9 meses con sus lías finas. El resultado es un vino de color rubí con ribete rubídeo granatoso, de capa media. Tiene una nariz de buena intensidad, fresca y agradable, con mucha fruta roja (frambuesa), frutos del bosque, lácteos y un par de chispas de caramelo y de pizarra. En boca se muestra fresco y suave, con buena acidez, intensamente frutal, con un tanino dulce y un final muy agradable. Va evolucionando a mejor en copa. Un vino fresco y alegre, que me hizo disfrutar mientras lo bebía, y que por momentos me trajo a la cabeza recuerdos de algún maceración carbónica.
De Luis Anxo Rodríguez Vázquez ya hemos hablado aquí. Una persona comprometida con la recuperación de las castas autóctonas de su tierra, y empeñado en elaborar con ellas vinos de la más alta calidad. 2,7 Ha de viñedo repartido en no se sabe cuántas parcelas (de nuevo el minifundio gallego), algunas en propiedad, otras cogestionadas y otras más en alquiler, en la que se mezclan cepas jóvenes con algunas casi centenarias.
Después de haber disfrutado mucho con su tinto básico, aguardaba con ansia el momento de encontrarme con su hermano mayor a corcho quitado.
A Torna dos Pasás Escolma 2008 (DO Ribeiro, tinto con crianza, Brancellao, Ferrol, Caíño Longo y Caíño Redondo; Luis Anxo Rodríguez Vázquez) se elabora a partir de las mejores uvas de las cepas más viejas. Larga fermentación de alrededor de un mes, y crianza de unos 12 meses en barricas usadas, para una escasísima producción de 1700 botellas, más algunos magnums y doble magnums. Nos hemos encontrado con un vino en plena evolución, de color picota virando a granate y con un ribete donde el violáceo dejaba paso también al tinte granatoso. Tiene una nariz difícil de describir, de buena intensidad y compleja, que huele a monte, a hierbas del campo, a flores, con alguna pincelada de madera. Con horas, aparecen aromas más dulzones, como torrefactados, y con más horas aún, asoman las frutas rojas maduras. En boca nos revela una acidez correcta, buena presencia y elegancia; es sápido, con un tanino muy dulce y un sabor muy bueno. Unas 24 horas tapado con su corcho le sentaron bastante mal, y se descompensó un poco, marcándose mucho la taniciad; pero todo pareció volver a su sitio tras unas 24 horas más. Tengo que reconocer que, si bien me gustó el vino, no acabó de emocionarme. Quizá esperaba más por las expectativas creadas, igual no lo entendí, a lo mejor necesita más reposo...
Dos vinos de corte muy distinto. Uno fresco y frutal, de trago fácil y charla animada. Uno más serio y formal, de más reflexión y quizá introspección.
En cualquier caso, atrás, muy atrás, han quedado los tiempos en que de Ribeiro sólo se conocía el Pazo, y de que sólo se bebiese Ribeiro blanco. Manuel Formigo, José Meréns, Luis Anxo y algunos otros, están empeñados en devolver gloria y fama a los tintos de esta región gallega.