Aunque a primera vista pueda parecer que es mucho lo que les separa, en cuanto uno se fija bien advierte la cantidad de semejanzas que hay entre Australia y Japón. Esas semejanzas hacen que ambos sean unos outsiders en Asia.
Australia y Japón tienen en común el ser islas en la periferia del continente asiático. Su condición de islas hace que tengan un interés común en la libertad y seguridad de navegación y la lucha contra la piratería.
Australia y Japón son periféricas a Asia no sólo geográficamente, sino también ideológicamente. A menudo, en los foros multilaterales se alinean más con las posturas occidentales que con las posturas de los países asiáticos. Ambas, además, comparten un vínculo especial con EEUU, muy notable en temas de seguridad y defensa. El ascenso de China les produce yuyu y ambas se han esforzado porque en cualesquiera procesos de arquitectura regional en la región, se haga siempre un hueco a EEUU. El Profesor Akio Watanabe ha dado un nombre a estos intereses comunes: “complejo de Liliput”, consistente en “no sentirse nunca en casa, ubicados entre Gullivers extraños”.
Donde son más diferentes, que es en lo económico, esas mismas diferencias han representado una ventaja. Las economías australiana y japonesa son muy complementarias. Australia exporta a Japón minerales y productos agro-pecuarios e importa productos electrónicos y coches. Japón es el segundo comprador de Australia (hasta hace muy pocos años era el primero), absorbiendo la quinta parte de sus exportaciones. Australia, por su parte, es el tercer suministrador más importante de Japón, por detrás de China y EEUU.
Todo este buen rollito no fue siempre así. La única vez que Australia se ha sentido amenazada por una invasión fue en 1942 con los japoneses. Precisamente, cuando EEUU quiso firmar el Tratado de Paz de San Francisco con Japón en 1951, tuvo, como contrapartida, que firmar el Tratado constitutivo del ANZUS con Australia y Nueva Zelanda. Se trataba de un acuerdo de cooperación en materia de defensa y su objetivo era asegurarse que EEUU vendría al rescate si los japoneses volvían a las andadas.
La guerra de Corea, que puso de manifiesto que la nueva amenaza en la región era el comunismo y no los kamikazes japoneses, facilitó el acercamiento entre dos países que ahora se veían mutuamente como metidos en el mismo bote occidental. El acercamiento entre Australia y Japón se produjo primero en el área económica. En 1957 firmaron un Acuerdo Comercial. Por parte australiana supuso el reconocimiento de que el milagro económico japonés iba en serio y que era un país con el que podían hacerse cosas que no fueran lanzarle bombas. Por parte japonesa representó la señal de que veía a Australia como un socio abierto hacia Asia, no como un país anglosajón incrustado donde no le correspondía y que sólo tenía ojos para el Reino Unido, EEUU y Nueva Zelanda. En 1963 el Tratado se renegoció, ampliándose el acceso recíproco a los respectivos mercados, lo que favoreció la gran complementariedad económica existente a día de hoy.
En 1976 dieron el paso de firmar un Tratado Básico de Amistad y Cooperación (más conocido por el poético nombre de NARA- Nippon Australia Relationship Agreement) que abarcaba las áreas política, económica, social y cultural. El Tratado tiene una amplitud tal que llega a abarcar más áreas que tratados similares que Japón tenía firmados con EEUU y el Reino Unido. Su firma fue posible porque existían por ambas partes poderosos intereses en fortalecer las relaciones. Por parte australiana, el Gobierno del Primer Ministro Gough Whitlam estaba intentando elaborar una nueva política exterior que reconociese el carácter asiático de Australia y, en este contexto, reforzar los lazos existentes con Japón y dotarles de nuevas dimensiones tenía sentido. Además, el estrechamiento de lazos con Japón serviría para compensar la mala impresión dejada en el bloque occidental con iniciativas tales como la retirada de las tropas australianas de Vietnam, el reconocimiento de la República Popular China o el establecimiento de relaciones diplomáticas con Corea del Norte. Por parte japonesa, en el marco de la crisis del petróleo de 1973, se deseaba afianzar las relaciones con sus suministradores de energía y apuntalar sus relaciones económicas preferenciales con Australia con la garantía de una relación política.
La comunidad de intereses se pondría de manifiesto en la década de los ochenta cuando ambos países trabajasen codo con codo para sacar adelante APEC. En la década de los ochenta EEUU, Canadá y México estaban negociando el Tratado de Libre Comercio, la entonces CEE se estaba encaminando hacia el Mercado Único y ASEAN aspiraba a la constitución de una Zona de Libre Comercio ASEAN, al tiempo que el infatigable Primer Ministro malasio Mahathir lanzaba la idea de crear un Caucus asiático. Los dos outsiders que son Australia y Japón vieron de repente que podían quedarse solos. El Primer Ministro australiano Bob Hawke lanzó la idea de APEC, cuyo objetivo último sería la constitución de una zona de libre comercio que abarcase toda el área de Asia-Pacífico. Japón apoyó inmediatamente la idea, que también contó con el beneplácito de EEUU. Esto marcaría un hito en las relaciones entre los dos países. Juntos habían conseguido alejar el peligro de la creación de una zona económica panasiática que habría dejado fuera a Australia y a EEUU.
Para mediados de los noventa las relaciones bilaterales se habían estrechado en dos áreas significativas: la defensa y la seguridad. Desde mediados de los 70 los servicios de inteligencia de ambos países venían colaborando, sus armadas comenzaron a realizar ejercicios conjuntos y en 1992-93 sus FFAA trabajaron codo con codo en la operación UNTAC en Camboya. En 1995 Australia y Japón plasmaron lo bien que se llevaban en una declaración en la que se echaron mutuamente flores, que es para lo que está este tipo de declaraciones. Dos años después establecieron una ambiciosa agenda de partenariado, en virtud de la cual se comprometieron, entre otros, a colaborar en instancias internacionales tales como APEC, la Organización Mundialdel Comercio, ASEM o el Foro de islas del Pacífico y en el proceso de reformas de NNUU, a apoyar la presencia y el compromiso estratégico de EEUU con Asia-Pacífico, a cooperar en materias de ciencia y tecnología, a promover la seguridad nuclear en la región, a incrementar la cooperación interacadémica…
Durante los primeros doce años del siglo XXI el partenariado estratégico entre Australia y Japón se ha visto reforzado más allá de las vicisitudes de la política interna de cada uno de ellos. Tienen demasiados intereses en común como para dejar que les afecten los cambios de gobierno. No son como otros países que tenemos más cercanos y en los que cada nuevo presidente del gobierno cree que tiene la varita mágica para convertirnos en una gran potencia internacional y asume que lo que tiene que hacer es justo lo contrario de su predecesor.
En la nueva situación internacional creada tras los atentados del 11-S, Japón y Australia descubrieron que todavía tenían más intereses comunes de lo que se pensaban. Colaboraron estrechamente en la operación de mantenimiento de la paz en Timor Este. En 2003 establecieron un mecanismo de consultas y cooperación bilaterales en la lucha contra el terrorismo. Ese mismo año firmaron también un memorándum de entendimiento sobre intercambios en materia de defensa y decidieron participar en los programas de escudo anti-misiles de la Administración norteamericana. En 2007 firmaron una Declaración Conjunta de Seguridad, que fue seguida por un Plan de Acción para implementarla. A finales de la pasada década iniciaron las negociaciones para un tratado de libre comercio…En estos momentos de realineación geopolítica en Asia-Pacífico, con una China emergente y unos EEUU que desean regresar con fuerza a la región y contener las ambiciones chinas, el partenariado entre Australia y Japón es una historia para no perder de vista.