Revista Cultura y Ocio

Dos rombos

Publicado el 12 julio 2013 por Cartas A 1985 @AntonCruces

 

Verano de 1982

 Los dos rombos son la excusa perfecta para mandarme a la cama. Soy pequeño, pero no gilipollas, y una vocecilla rebelde en mi interior me anima a luchar, cromos en mano, por mis derechos. Utilizo la técnica del desgaste para conseguir mis objetivos.

─ ¡Mamá solo tiene un rombo!, ¿puedo quedarme a ver la peli? ¿Porfi? Porfi, porfi, porfi,porfi…

Mi padre responde que sí al mismo tiempo que mi madre me manda a mi habitación sin rechistar, de un cariñoso bramido.

No se ponen de acuerdo y eso me abre los ojos. Divide y vencerás. De su respuesta deduzco que no tienen claro cómo actuar cuando en la esquina del aparato solo luce, indeciso y solitario, un rombo. Aprovecharé esa laguna legal para salirme con la mía. Prosigo con el plan, que se reduce a patalear, pero para mi desgracia no vale para nada. Se impone la decisión materna.

Vale, pero volveré.

No pasa nada. La constancia es mi fuerte y cada vez que clasifican una película con un rombo, ahí estoy yo, presto, para sembrar la duda sobre la correcta aplicación del Manual de los buenos padres.

 Este episodio se repite en varias ocasiones, y al final el efecto real de los rombos queda de la siguiente manera:

 -Sin rombos: ─Venga, puedes quedarte, pero no hagas ruido.

 -Dos rombos: ─¡Ni hablar! ¡A tu habitación!

 -Un rombo: (Momento de duda) ─¡Ni hablar! ¡A tu habitación!*

 *pero si te descubro en el marco de la puerta mirando tampoco te la voy a montar porque solo tiene un rombo.

dos_rombos_

Verano de 2013

Este código tenía especial sentido cuando la película era de terror aunque lo cierto es que por aquel entonces se estilaba el término (mucho más técnico) película de miedo. Kung-Fu contra los siete vampiros de oro (1974), Viernes 13 (1980) o El misterio de Salem´s Lot (1979)  son algunos de los hits que causaron estragos en la Época de los Dos Canales.

¡Dos canales! Y nada de nombres raros como Nitro, Divinity o Intereconomía…no, de eso nada.

 La 1 y la 2. Y punto. Dos números con lógica, correlativos y sencillos de recordar.

Pero volvamos a las pelis de miedo. Aquellos títulos fueron los culpables de La Plaga del Hijo Único que afecta a una buena parte de mi generación.

 La Plaga del Hijo Único:

Las de miedo son aquellas películas  que tras su visionado provocan en la impresionable mente de los infantes un efecto terror, tan agudo, que solo se calma durmiendo con el dedo en la boca y entre ambos progenitores. La aparición del hijo amedrentado suele acontecer en el instante en que sus padres están a punto de consumar o (en los casos más dramáticos) consumando como conejos. Bien. Tranquilos. No hace falta que os imaginéis a vuestros padres haciendo nada, que no cunda el pánico. Ya me los imagino yo. Lo que haga falta por el bien del post.

Ya está. ¡Qué asco por Dios!

Lado positivo: Al menos se ponen de acuerdo para hacer algo juntos.

Lado negativo: ¡Anda que no habrá cosas!

Estoy completamente convencido de que las pelis de terror  fueron la causa principal de que mis padres tardasen cinco años en encargar a mi hermano, al que bautizaremos en clave como Damien José Cruces, hijo del mismísimo Satán y de una ramera de Babilonia, pero esa (como decía Ende) es otra historia. Lo otro es un hecho. ¡Cuántos coitos frustrados cargan en sus conciencias los programadores de TVE de finales de los 70 y principios de los 80! Prefiero no saberlo. ¡Que les corten la cabeza! Sin duda aquellos niños asistieron, sin saberlo, a un genocidio en toda regla.

 ─Papi, mami…tengo miedo ¿puedo dormir con vosotros?

 Ahora el padre dice que no y la madre que sí. Misterio.

 ─Claro que sí mi vida, ven con tu mami─ dice la mujer extendiendo sus brazos hacia su hijo. El padre se da la vuelta entre gruñidos, apaga la luz de su mesita de noche y piensa en lo feliz que era de soltero.

Si esa noche en vez de Viernes 13 hubiesen programado una de Jerry Lewis…hermano al canto seguro.

En pleno 2013 el Gobierno de España quiere desempolvar los dos rombos. No es broma. ¿Están locos o qué? Ahora los niños saben mucho más que antes con todo el tinglado este de Internet. En vez de dos rombos podrían poner dos pollas o cinco bolas chinas que solo se iban a quejar los de siempre. Para qué queremos los dos rombos más que para mirarlos con ¿nostalgia? o preguntarnos ¿para qué coño sirven los rombos aparte de para que no me dejen ver Enmanuelle?

No entiendo nada. Solo sé que nunca olvidaré aquella escena de El misterio de Salem´s Lot con el cabrón del niño vampiro flotando fuera de la ventana.

SalemsLot

No pude dormir aquella noche y tuve que meterme en la cama de mis padres. Puede que ahora tuviese otro hermano al que poder pegarle, quizás incluso un gemelo, quién sabe. En fin, señores del Gobierno de España:

¡Dejen los rombos donde están y no me sean tan cuadriculados hombre!

¡Salud hermanos!


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