Una buena dosis de valor
al principio de este año errante
entre los años del destierro,
amenazante con sus meses
arrancados de la liturgia
de la nomenclatura pagana.
Quizás sobrevivamos, quizás
llevemos a término los días,
o quizás tampoco alcancemos
a trepar los últimos peldaños,
y quedemos a medio camino
entre el impulso de la voluntad
y los prerrequisitos del salto,
poblados de ojos venenosos
y cláusulas irreductibles.
Pero empezar, en fin, armarnos
de valor en el lecho conyugal,
y ejecutar el primer paso
burlando las orientaciones,
apretando en la mano derecha
el amuleto de los augures,
y con la izquierda bajar los párpados
y cruzar el túnel sollozando.
Quizás sobrevivamos, quizás
tengan piedad los dioses ceñudos,
y en el curso de los litigios
equivoquen los distractores
su oficio de malos designios,
de modo tal que en el aire
quede la segur suspendida
sobre nuestras nobles cabezas,
y marchemos a paso lento
con nuestro destino humano
por entre lobos y mastines.
Ulises Varsovia